JULIO 23: SANTA BRÍGIDA DE SUECIA.
Santa Brígida nació en 1303 y murió el 23 de julio de 1373. Su padre era uno de los terratenientes más ricos del país y, su madre, se distinguía por su profunda piedad.
Santa Brígida desde los siete años empezó a tener visiones y revelaciones de la vida de Jesús. En 1316, se casó con Ulf Gudmarsson, y tuvieron ocho hijos, cuatro niños y cuatro niñas. Una de sus hijas es Santa Catalina de Suecia.
Después de la muerte de su esposo, Santa Brígida se dedicó por completo a Dios, con una vida de oración, penitencia y obras de caridad. Ingresó a un Monasterio Cisterciense y las visiones que había tenido siendo todavía una niña se volvieron ahora más frecuentes. Todos la conocían por su vida de Santidad.
Santa Brígida fundó una nueva congregación religiosa, la Orden del Santísimo Salvador dedicada a ayudar a los pobres.
Viajó a Roma en 1349 y permaneció allí hasta su muerte. Fue canonizada el 7 de octubre de 1391 por Bonifacio IX. Entre sus experiencias místicas se destacan las quince oraciones que Nuestro Señor le enseñó con grandes promesas para todos aquellos que las recen durante un año. También recibió de la Santísima Virgen María la devoción a los Siete Dolores, que consiste en rezar siete Ave María diariamente meditando las lágrimas y los dolores de Nuestra Santa Madre, con la promesa de concederle a quien practique esta devoción siete gracias:
1. Paz a las familias.
2. Sabiduría.
3. Consuelo en las penas, compañía en los trabajos.
4. Darles cuanto le pidan (siempre y cuando no sea contrario a la Voluntad de Dios).
5. Defenderlos en el combate espiritual y protegerlos en cada momento de su vida.
6. Asistirlos a la hora de la muerte.
7. Ser trasladados de esta vida a la felicidad eterna, serán borrados todos los pecados, Jesús y María serán su eterna consolación y alegría.
Es la Patrona de Suecia, y fue proclamada por San Juan Pablo II como Patrona de Europa en 1999.
En la Basílica de San Pablo en Roma se encuentra el Crucifijo esculpido por Pierre Cavallini, ante el cual Santa Brígida se arrodilló y en donde Jesús giró su rostro hacia ella y le habló.