ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA REINA DE LOS ANGELES: ¡AUGUSTA REINA!

¡Oh Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles!

Tú que has recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal, te pedimos que escuches las súplicas que humildemente te dirigimos; envía la santas legiones de Ángeles para que, bajo Tus ordenes y Tu poder, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.

¡Quién como Dios!

Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos.

¡Oh buena y tierna Madre! Siempre serás nuestro amor y nuestra esperanza. 

¡Oh Divina Madre! Envía los Santos Ángeles y Arcángeles para defendernos y repeler lejos de nosotros al enemigo.

Amén.

El 10 de julio de 1908 el Papa Pío X concedió 300 días de indulgencias a quienes hagan esta oración.

Historia de la Oración:

El 13 de enero de 1864, el Beato Padre Louis-Edouard Cestac (fundador de la Congregación de los Siervos de María, fallecido en 1868) tuvo una visión:

Vio demonios esparcidos por la Tierra, causando estragos inexplicables. Al mismo tiempo, vio a la Santísima Virgen. Nuestra Señora le dijo que los demonios estaban sueltos en el mundo, y que había llegado la hora de rezarle como Reina de los Ángeles y de pedirle enviar a la Santa Legión de Ángeles a luchar y acabar con los poderes del infierno.

«Madre», dijo el sacerdote, «Tú que eres tan buena, ¿no podrías enviarlos sin que te lo pidan?».

«No», respondió la Santísima Virgen. «La oración es una condición establecida por Dios mismo para obtener la gracia».

Entonces, madre -respondió el sacerdote-, ¿me enseñarías Tú misma cómo hay que rezarte?

Y recibió de la Santísima Virgen la oración: «Augusta Reina».

«Mi primer deber», escribió el P. Cestac «fue presentar esta oración a Mons. Lacroix, obispo de Bayona, quien la aprobó. Habiendo cumplido con este deber, mandé imprimir 500.000 copias y las envié a todas partes. En el momento de la primera impresión, la imprenta se averió tres veces».

La versión original en francés de la oración «Augusta Reina del Cielo» con el imprimatur del obispo de Bayona, 1945.

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