OCTUBRE 16: SANTA MARGARITA MARÍA ALACOQUE.

Santa Margarita María Alacoque recibió de Jesús la devoción de los nueve primeros viernes al Sagrado Corazón:

«Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia final de la penitencia; no morirán en pecado ni sin recibir los sacramentos, y mi divino Corazón les será asilo seguro en aquel último momento».

Algunas frases de Santa Margarita María Alacoque:

«Cuando te levantes, entra en el Sagrado Corazón de Jesús y conságrale tu cuerpo, tu alma, tu corazón y tu ser por completo, para solamente vivir por su amor y gloria».

«Anda despacio, procurando adaptar tu vida interior y exterior al modelo de la humilde mansedumbre del Corazón de Jesús.»

«Este Divino Corazón es pura dulzura, humildad y paciencia, por lo tanto, debemos esperar, Él sabe cuando actuar».

«Si nadas en un mar de distracciones, ponlas en el fondo de tranquilidad del Sagrado Corazón, que te alcanzará una victoria segura».

«Conserva la paz del corazón, que es el mayor tesoro. Para conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la voluntad del Corazón divino en lugar de la nuestra, de manera que sea ella la que haga en lugar nuestro todo lo que contribuye a su gloria, y nosotros, llenos de gozo, nos sometamos a Él y confiemos en Él totalmente».

«Recuerda que la perfección consiste en conformar la vida y las acciones totalmente a las virtudes sagradas del Corazón de Jesús, especialmente su paciencia, su mansedumbre, su humildad y su caridad. Como resultado, nuestra vida interior y exterior llega a ser una imagen viva de El».

«En la voluntad de Dios encuentra su paz nuestro corazón y el alma su alegría y su descanso».

«Tengan los sentidos interiores y exteriores en el Sagrado Corazón de nuestro Señor, imponiéndoles un profundo silencio: silencio interior, cercenando pensamientos inútiles y sutilezas del amor propio, para disponernos a oír la voz del esposo».

«El Corazón de Jesús tendrá tanto cuidado de ustedes en la medida en que se confíen y abandonen en Él».

«Si veis en vosotros un sinnúmero de impaciencias y enojos, arrojadlos en la fragua de la mansedumbre del amable Corazón de Jesús, para que os haga mansos y humildes».

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