LA SERPIENTE Y EL AVE MARIA.

El 20 de agosto de 1862, San Juan Bosco relata: Soñé que me encontraba en compañía de los jóvenes, en casa de mi hermano. Mientras todos hacían recreo, viene hacia mí un desconocido y me invita a acompañarle. Le seguí y me condujo a un prado próximo al patio y allí me indicó entre la hierba una enorme serpiente de siete u ocho metros de longitud y de un grosor extraordinario. Horrorizado al contemplarla, quise huir.

—No, no, me dijo mi acompañante; No huya. venga conmigo y vea. ¡Ah! exclamé—. No soy tan necio como para exponerme a tal peligro. —Entonces — dijo mi acompañante — espere aquí. En seguida fue en busca de una cuerda y con ella en la mano volvió nuevamente junto a mí y me dijo: —Tome esta cuerda por una punta y sujétela bien; yo cogeré el otro extremo y me pondré en la parte opuesta y así la mantendremos suspendida sobre la serpiente.

Ya me disponía a huir, cuando él insistió de nuevo que me quedara. Entretanto pasó al lado del monstruo, levantó la cuerda y con ella dio un latigazo sobre el lomo del animal. La serpiente dio un salto volviendo la cabeza hacia atrás para morder al objeto que la había herido, pero en lugar de clavar los dientes en la cuerda, quedó enlazada en ella mediante un nudo corredizo. Entonces el desconocido me gritó: —¡Sujete bien la cuerda, sujétela bien, que no se le escape! Y corrió a un árbol de peras  que había allí cerca y ató a su tronco el extremo que tenía en la mano; corrió después hacia mí, cogió la otra punta y fue a amarrarla a la reja de una ventana. Entretanto la serpiente se agitaba y daba tales golpes con la cabeza, que sus carnes se rompían saltando en pedazos a gran distancia. Así continuó mientras tuvo vida; y, una vez que hubo muerto, sólo quedó de ella el esqueleto pelado y partido.

Entonces, aquel mismo hombre desató la cuerda del árbol y de la ventana, la recogió, formó con ella un ovillo y me dijo: — ¡Preste atención! Metió la cuerda en una caja, la cerró y después de unos momentos la abrió. Los jóvenes habían acudido a mi alrededor. Miramos al interior de la caja y quedamos maravillados. La cuerda estaba dispuesta de tal manera que formaba las palabras: AVE MARÍA.

— Mira, la serpiente representa al demonio y la cuerda el Ave María, o sea al Rosario, que es una serie de “Dios te Salve María”, con las cuales: Se puede derribar, vencer y destruir todos los ataques del demonio.

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