CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARIA.
¡Oh Señora mía, Oh Madre mía!
Yo me ofrezco enteramente a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día: mi alma,
mi mente, mis ojos, mis oídos,
mi lengua, mi corazón.
En una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, o Madre de Bondad,
guárdame y protégeme como Hijo tuyo.
Amén.
San Antonio María Claret en el año 1831, al ser atacado por un ejército de demonios le rezo a la Virgen así: Oh Virgen y Madre de Dios yo me entrego por hijo tuyo, y en honor de tu pureza te ofrezco mi alma, mi cuerpo, potencias y sentidos y te suplico que me alcances la gracia de no cometer pecado alguno.
Madre aquí tienes a tú hijo (tres veces). En Ti Madre Dulcísima he puesto toda mi confianza. No quedaré nunca confundido. Amén
Esta oración se propagó por todas partes y llegó a ser muy popular.
Santa María, Madre de Jesús y Madre Nuestra, ruega por nosotros y Sálvanos.