29 DE DICIEMBRE: SAN DAVID.
El día 5 de la Octava de Navidad honramos la memoria del Rey David, Padre de Jesús según la genealogía de San Mateo:
“Libro de la genealogía de Jesucristo, Hijo de David, Hijo de Abrahán” (San Mateo 1,1).
También San Lucas relata en la anunciación:
Y el ángel dijo a María: «No temas, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, Su padre«. (San Lucas 1, 30-32).
David, siendo niño, derrotó a leones y animales salvajes que atacaban el rebaño que pastoreaba y también derrotó al gigante Goliat con el arma de la victoria que tenía en sus manos: la confianza en Dios. Así se lo dijo a Goliat:
“Tu vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra a ti en nombre del Señor, Dios de los ejércitos a los que has desafiado”.
David dijo en el Salmo 18:
Como te quiero oh, Señor, ¡fuerza mía!
El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Mi fuerza, mi escudo, mi amparo, mi refugio, y mi salvación.
Invoco al Señor digno de alabanza y me libra de todos mis enemigos
La muerte me acechaba, me espantaban los torrentes destructores, los lazos del lugar oscuro me rodeaban, delante de mí habían preparado trampas mortales.
En mi angustia grité al Señor, invoqué a mi Dios y desde su templo oyó mi voz, llegó mi clamor a sus oídos y me libró de poderosos enemigos
Como te quiero oh, Señor, ¡fuerza mía!