EL PODER DE LOS NOMBRES DE JESÚS Y MARÍA.
En un pueblo de España hubo un religioso muy devoto de la Santísima Virgen María que tenía la costumbre de nombrar frecuentemente los dulcísimos nombres de Jesús y de María.
Este devoto religioso se encontraba un día muy abatido porque tenía una grandísima tentación. En medio de su angustia vio venir al demonio. Se llenó de miedo y viéndose solo con tan fiero enemigo, con una gran aflicción por no poderse escapar de sus manos, acudió al socorro de los poderosos nombres de Jesús y María.
Comenzó al principio con la voz muy baja a invocar los nombres de Jesús y de María. Al oír estos nombres el infernal espíritu empezó a temer y dando pasos atrás se retiraba a toda prisa. Viendo el religioso que Satanás empezaba a huir, empezó a levantar cada vez más la voz pronunciando los nombres de Jesús y María, y así más aprisa huía el demonio.
El devoto de María al ver que el demonio huía empezó a correr tras él gritando:
«Viva Jesús, viva María y muera la bestia infernal, cuyo poder, a la blanda voz de Sus nombres se deshace como la sal en el agua. Sepúltate monstruo del abismo en el horroroso caos y centro profundo de la tierra. De ahora en adelante no cesaran mis labios y mi lengua de pronunciar, alabar y bendecir a los dulcísimos y poderosos nombres de Jesús y de María».
Y dando horribles silbos desapareció la serpiente infernal.
Historia tomada del libro el Año Virgíneo.
Procuremos hacer con frecuencia el Santo Rosario. En un solo Rosario pronunciamos 100 veces el nombre de María y 50 veces el nombre de Jesús. El Santo Rosario es un arma poderosísima contra las fuerzas del mal.