ORACIÓN DE SANACIÓN.
“El catorce de abril me sentía tan mal que me levante con esfuerzo para ir a la Santa Misa. Tenía un fuerte estertor y una respiración ronca en los pulmones y unos dolores extraños. Al recibir la Santa Comunión, yo misma no sabía por qué, o mejor dicho, qué cosa me empujaba a esta oración y comencé a rezar de este modo:
Jesús, que tu Sangre pura y sana circule en mi organismo enfermo, que tu Cuerpo puro y sano transforme mi cuerpo enfermo y que una vida sana y fuerte palpite en mí.
Si es Tu Santa Voluntad que yo me ponga a esta obra, esta será para mi la señal evidente de Tu Santa Voluntad.
Mientras así rezaba, súbitamente sentí como una sacudida en todo el organismo y de repente me sentí completamente sana. Tenía la respiración limpia como si nunca hubiera estado enferma de los pulmones, ni sentía dolores y para mi era la señal que debía ponerme a la obra de hablar de la Divina Misericordia”.
Tomado del diario de Santa María Faustina (1089).