NOVENA BÍBLICA A MARÍA AUXILIADORA, TERCER DÍA.

ACTO DE CONTRICIÓN:

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y ofrezco mi vida, mis obras y mis trabajos en satisfacción de todos mis pecados y confío en que, por Tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Acuérdate, Oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que alguno de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu Socorro, haya sido abandonado por Ti. Animados por esta confianza, a Ti acudimos y aunque agobiados por el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a implorar tu favor, pues eres abogada de los pecadores y Auxilio de los Cristianos.

No deseches, Oh Madre de Dios, nuestras humildes suplicas, mas bien alcánzanos el perdón de nuestros pecados, luz y acierto para hacer una buena confesión de todos ellos, virtud para conservar siempre la gracia de Dios y con tu auxilio, conseguir nuestra eterna salvación. Y si conviene para el bien de nuestras almas, te pedimos los siguientes favores (hacer la petición) y deseamos Señora que en todo se cumpla la voluntad de Dios. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

TERCER DÍA: EL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESÚS .

“Salió un decreto del Emperador Augusto ordenando hacer un censo del mundo entero. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea, a la ciudad de David, que se llamaba Belén para inscribirse con su esposa María que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo de dar a luz, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había sitio para ellos en la posada.

Y en aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, viendo por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los envolvió y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: “No temáis, os traigo una buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: Hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal, encontrareis un niño envuelto en pañales acostado en un pesebre”. Y apareció una legión de ángeles que cantaban: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. Fueron los pastores y se encontraron a María, a José y al niño acostado en un pesebre. Y cuantos les oían lo que contaban los pastores, se maravillaban. Y María guardaba todo esto y lo meditaba en su Corazón” (San Lucas 2, 1-19).

GOZOS:

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.  

La Nave de San Pedro en esta mar bravía, con mano fuerte guía al puerto hasta llegar.

Sostén al gran piloto, protege al Padre Santo, sobre él tiende tu manto que es manto tutelar.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.       

Acude en mi Socorro oh Virgen Poderosa, si pérfida me acosa maligna tentación,

Ahuyenta del demonio el silbo traicionero, servirte solo quiero te doy mi corazón.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.      

 Jamás se oyó en el mundo en la extendida esfera que alguien a ti acudiera sin ver tu compasión,

por eso hoy a tu trono me llego con confianza, pues sé que mi esperanza no encierra una ilusión.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.      

Y luego allá en el día de mi postrera hora, María Auxiliadora, tu Auxilio invocaré, y entonces confiado, envuelto entre tu manto

con sueño dulce y santo en paz me dormiré.

ORACIÓN FINAL:

Oh Dios, que por la fecunda Virginidad de María nos diste al Autor de la vida y entregaste al genero humano los tesoros de la salvación eterna, te rogamos que nos hagas sentir siempre el consuelo de su protección. Líbranos por su intercesión de los males presentes y de la muerte eterna; concédenos tu ayuda, pues somos débiles; haz que nos levantemos de nuestra maldad, y que por la bondad de tan excelente Auxiliadora luchemos con valor acá en la tierra para que podamos alabar tus victorias en el Cielo.

Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la intercesión gloriosa de Santa María la Virgen, libranos de las tristezas de este mundo y haz que logremos en la hora de la muerte la victoria contra el maligno enemigo y obtengamos las alegrías del cielo. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Por el Sumo Pontífice y por la conversión de los pecadores: Dios te Salve Reina y Madre…

Jesús, José y María, bendecid nuestros hogares.

Jesús, José, y María, libradnos de todo mal.

Jesús, José y María, salvad nuestras almas.

¡María Auxiliadora, rogad por nosotros!

Amén.

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