NOVENA BÍBLICA A MARÍA AUXILIADORA, QUINTO DÍA.

ACTO DE CONTRICIÓN:

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y ofrezco mi vida, mis obras y mis trabajos en satisfacción de todos mis pecados y confío en que, por Tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Acuérdate, Oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que alguno de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu Socorro, haya sido abandonado por Ti. Animados por esta confianza, a Ti acudimos y aunque agobiados por el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a implorar tu favor, pues eres abogada de los pecadores y Auxilio de los Cristianos.

No deseches, Oh Madre de Dios, nuestras humildes suplicas, mas bien alcánzanos el perdón de nuestros pecados, luz y acierto para hacer una buena confesión de todos ellos, virtud para conservar siempre la gracia de Dios y con tu auxilio, conseguir nuestra eterna salvación. Y si conviene para el bien de nuestras almas, te pedimos los siguientes favores (hacer la petición) y deseamos Señora que en todo se cumpla la voluntad de Dios. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

QUINTO DÍA: JESÚS HALLADO EN EL TEMPLO.

«El niño Jesús crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en Él. Sus padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando tenía doce años, subieron a la fiesta, según la costumbre y cuando se terminó se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Pensando que estaba en la caravana anduvieron camino de un día. Lo buscaron entre los parientes y conocidos, y al no hallarle se volvieron a Jerusalén en busca suya.

Al cabo de tres días lo hallaron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas; todos los que lo oían quedaban asombrados de su talento y de las repuestas que daba. Cuando sus padres le vieron quedaron sorprendidos y le dijo su madre: ¿Hijo, por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados. Él les contesto: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. El bajo con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su Corazón«. (San Lucas 2, 40-51).

GOZOS:

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.  

La Nave de San Pedro en esta mar bravía, con mano fuerte guía al puerto hasta llegar.

Sostén al gran piloto, protege al Padre Santo, sobre él tiende tu manto que es manto tutelar.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.       

Acude en mi Socorro oh Virgen Poderosa, si pérfida me acosa maligna tentación,

Ahuyenta del demonio el silbo traicionero, servirte solo quiero te doy mi corazón.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.      

 Jamás se oyó en el mundo en la extendida esfera que alguien a ti acudiera sin ver tu compasión,

por eso hoy a tu trono me llego con confianza, pues sé que mi esperanza no encierra una ilusión.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.      

Y luego allá en el día de mi postrera hora, María Auxiliadora, tu Auxilio invocaré, y entonces confiado, envuelto entre tu manto

con sueño dulce y santo en paz me dormiré.

ORACIÓN FINAL:

Oh Dios, que por la fecunda Virginidad de María nos diste al Autor de la vida y entregaste al genero humano los tesoros de la salvación eterna, te rogamos que nos hagas sentir siempre el consuelo de su protección. Líbranos por su intercesión de los males presentes y de la muerte eterna; concédenos tu ayuda, pues somos débiles; haz que nos levantemos de nuestra maldad, y que por la bondad de tan excelente Auxiliadora luchemos con valor acá en la tierra para que podamos alabar tus victorias en el Cielo.

Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la intercesión gloriosa de Santa María la Virgen, libranos de las tristezas de este mundo y haz que logremos en la hora de la muerte la victoria contra el maligno enemigo y obtengamos las alegrías del cielo. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Por el Sumo Pontífice y por la conversión de los pecadores: Dios te Salve Reina y Madre…

Jesús, José y María, bendecid nuestros hogares.

Jesús, José, y María, libradnos de todo mal.

Jesús, José y María, salvad nuestras almas.

¡María Auxiliadora, rogad por nosotros!

Amén.

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