NOVENA BÍBLICA A MARÍA AUXILIADORA, SÉPTIMO DÍA.

ACTO DE CONTRICIÓN:

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y ofrezco mi vida, mis obras y mis trabajos en satisfacción de todos mis pecados y confío en que, por Tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Acuérdate, Oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que alguno de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu Socorro, haya sido abandonado por Ti. Animados por esta confianza, a Ti acudimos y aunque agobiados por el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a implorar tu favor, pues eres abogada de los pecadores y Auxilio de los Cristianos.

No deseches, Oh Madre de Dios, nuestras humildes suplicas, mas bien alcánzanos el perdón de nuestros pecados, luz y acierto para hacer una buena confesión de todos ellos, virtud para conservar siempre la gracia de Dios y con tu auxilio, conseguir nuestra eterna salvación. Y si conviene para el bien de nuestras almas, te pedimos los siguientes favores (hacer la petición) y deseamos Señora que en todo se cumpla la voluntad de Dios. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

SÉPTIMO DÍA: EL RICO Y LÁZARO.

Dijo Jesús: “Había un hombre rico que vestía de purpura y de lino y celebraba cada día esplendidos banquetes. Un pobre, de nombre Lázaro, estaba echado a su puerta y deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico; hasta los perros venían a lamerle las llagas.

Sucedió pues que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abraham. Y murió el rico y fue sepultado. En el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio a Abraham desde lejos y a Lázaro junto a él. Y gritando, dijo: Padre Abraham, ten piedad de mi y envía a Lázaro para que con la punta de su dedo mojado en agua, refresque mi lengua porque estoy atormentado en estas llamas.

Dijo Abraham: Hijo, recuerda que ya recibiste tus bienes en la vida y lázaro recibió males, y ahora él es aquí consolado y tú eres atormentado. Además, entre vosotros y nosotros hay un gran abismo, de manera que los que quieran atravesar de aquí a vosotros no pueden, ni tampoco pasar de ahí a nosotros.

Y dijo: Te ruego Padre, que siquiera le envíes a casa de mi padre porque tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan también ellos a este lugar de tormento. Y dijo Abraham: Tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen. Él dijo: No, padre Abraham, pero si alguno de los muertos fuese a ellos, harían penitencia. Y le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se dejarán convencer ni de un muerto resucitado”. (San Lucas 16, 19-31).  

GOZOS:

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.  

La Nave de San Pedro en esta mar bravía, con mano fuerte guía al puerto hasta llegar.

Sostén al gran piloto, protege al Padre Santo, sobre él tiende tu manto que es manto tutelar.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.       

Acude en mi Socorro oh Virgen Poderosa, si pérfida me acosa maligna tentación,

Ahuyenta del demonio el silbo traicionero, servirte solo quiero te doy mi corazón.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.      

 Jamás se oyó en el mundo en la extendida esfera que alguien a ti acudiera sin ver tu compasión,

por eso hoy a tu trono me llego con confianza, pues sé que mi esperanza no encierra una ilusión.

Consuelo del Cristiano María Auxiliadora al alma que te implora escucha con piedad.      

Y luego allá en el día de mi postrera hora, María Auxiliadora, tu Auxilio invocaré, y entonces confiado, envuelto entre tu manto

con sueño dulce y santo en paz me dormiré.

ORACIÓN FINAL:

Oh Dios, que por la fecunda Virginidad de María nos diste al Autor de la vida y entregaste al genero humano los tesoros de la salvación eterna, te rogamos que nos hagas sentir siempre el consuelo de su protección. Líbranos por su intercesión de los males presentes y de la muerte eterna; concédenos tu ayuda, pues somos débiles; haz que nos levantemos de nuestra maldad, y que por la bondad de tan excelente Auxiliadora luchemos con valor acá en la tierra para que podamos alabar tus victorias en el Cielo.

Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la intercesión gloriosa de Santa María la Virgen, libranos de las tristezas de este mundo y haz que logremos en la hora de la muerte la victoria contra el maligno enemigo y obtengamos las alegrías del cielo. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Por el Sumo Pontífice y por la conversión de los pecadores: Dios te Salve Reina y Madre…

Jesús, José y María, bendecid nuestros hogares.

Jesús, José, y María, libradnos de todo mal.

Jesús, José y María, salvad nuestras almas.

¡María Auxiliadora, rogad por nosotros!

Amén.

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