SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR.

Sale Jesús de Jerusalén por la parte del huerto de Getsemaní, donde había empezado su pasión. Le acompañan sus apóstoles, discípulos y algunas piadosas mujeres. Al llegar a la cima de la montaña, se despide de ellos y habiéndoles bendecido, sube al cielo por su propia virtud.

¡Hoy sí que todo respira cielo!

Estamos en el mundo para salvar nuestras almas, para ir al cielo.

Hay tantos cristianos que no piensan sino en pasarlo bien en éste mundo, sin preocuparse de que hay que morir y que nos espera una eternidad. Por siempre desgraciado para el que se equivoca, pero ¡Feliz para el que acierta en el cumplimiento de la Voluntad de Dios!

Tomado del misal latín español.

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