Santa Juana de Arco nace el 6 de enero de 1412 en Domrémy, una pequeña aldea de Francia, en una época en la que Inglaterra y Francia se encontraban en la Guerra de los Cien Años. Era la menor de 5 hermanos.

Cuando Juana tenía 13 años empezó a tener visiones de San Miguel Arcángel, Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita de Antioquía quienes le indicaron que sacara a los ingleses de Francia y que llevara a Carlos VII a ser coronado rey.

Juana de Arco dice durante uno de los juicios:  “La Voz me dijo: ‘¡Vete a Francia!’… ‘Ve, levanta el asedio que se está haciendo ante la ciudad de Orleans’. La Voz me había prometido que, tan pronto llegara al Rey, él me recibiría”.

A los 17 años Juana se encuentra con el Delfín de Francia, y en marzo de 1429, le fue permitido conducir un ejército a Orleans.

Mandó a hacer una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María, dirigió a los soldados franceses que lucharon como héroes expulsando a los ingleses, liberando Orleans y luego de varias victorias Carlos VII fue coronado rey.

El 23 de mayo de 1430 cae prisionera en manos de sus enemigos y en febrero comienza el proceso de juicio que acaba el 30 de mayo de 1431, día en el que es condenada a morir quemada en la hoguera. Ese día, estando atada a una columna, Juana pide a uno de los sacerdotes que sostenga delante de ella una cruz y así, mirando la Cruz y pronunciando el Nombre de Jesús, muere con tan solo 19 años de edad.

En 1455 el papa Calixto III declara nula la condena resaltando la inocencia de Juana de Arco quien fue canonizada por el Papa Benedicto XV en 1920. Se le conoce como la Doncella de Orleans.

El papa Benedicto XVI nos dice:

“El Nombre de Jesús, invocado por nuestra santa hasta los últimos instantes de su vida terrena, era como el continuo respiro de su alma, como el latido de su corazón, el centro de toda su vida…Jesús siempre ocupa el primer lugar en su vida, según su hermosa expresión: «Nuestro Señor debe ser el primer servido» Amarlo significa obedecer siempre a su voluntad”.