VIERNES DESPUÉS DE CORPUS CHRISTI: SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Santa Gertrudis nació en el año 1256 (400 años antes que Santa Margarita María Alacoque) siendo una de las primeras en propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Nuestro Señor se le apareció en repetidas ocasiones y le dio muchos mensajes que ella recopiló en varios libros. Estas son tres oraciones de Santa Gertrudis al Sagrado Corazón.
ORACIÓN DE SANTA GERTRUDIS AL SAGRADO CORAZÓN:
«Santidad del Corazón de Jesús, consagra mi corazón;
Providencia del Corazón de Jesús, vela por mi corazón;
Inmutabilidad del Corazón de Jesús, fortalece mi corazón;
Pureza del Corazón de Jesús, purifica mi corazón;
Obediencia del Corazón de Jesús, subyuga mi corazón;
Amabilidad del Corazón de Jesús, date a conocer a mi corazón;
Atracciones divinas del Corazón de Jesús, cautiven mi corazón;
Riquezas del Corazón de Jesús, enriquezcan mi corazón;
Inundaciones de gracia y bendición que fluyen del Corazón de Jesús, inunden mi corazón.
¡Oh Corazón de Jesús! Sé tú mi alegría, mi paz, mi reposo en este mundo y en el próximo.
¡Oh Corazón de Jesús! adorado en el Cielo, invocado en la Tierra, temido en el Infierno, reina sobre todos los corazones, reina a través de todas las épocas, reina para siempre en la gloria celestial. Amén.»
ORACIÓN PARA DORMIR DE SANTA GERTRUDIS:
En una ocasión Santa Gertrudis no podía dormir y Nuestro Señor le enseñó la siguiente oración:
“Señor mío Jesucristo, te suplico, por el eterno reposo que tienes en el seno de Tu Padre, por el reposo que tuviste durante nueve meses en el seno de Tu Santísima Madre, y por el que tienes en el corazón de los que te aman, que me concedas el sueño necesario, no para mi comodidad, sino para Tu eterna gloria, a fin de que mi cuerpo halle la fuerza necesaria para servirte y cumplir los deberes que me incumben. Amén”.
ORACIÓN QUE DIO NUESTRO SEÑOR A SANTA GERTRUDIS PARA LIBERAR 1000 ALMAS DEL PURGATORIO:
Padre Eterno, yo te ofrezco la Preciosísima Sangre de Tu Divino Hijo Jesús, en unión con las Misas celebradas hoy alrededor del mundo, por todas las benditas almas del purgatorio, por todos los pecadores del mundo, por los pecadores en la Iglesia universal, por aquellos en mi propia casa y dentro de mi familia. Amén.
«Cuando la Iglesia, en los tiempos cercanos a su origen, sufría la opresión del yugo de los Césares, la Cruz, aparecida en la altura a un joven emperador, fue simultáneamente signo y causa de la amplísima victoria lograda inmediatamente. Otro signo se ofrece hoy a nuestros ojos, faustísimo y divinísimo: el Sacratísimo Corazón de Jesús con la Cruz superpuesta, resplandeciendo entre llamas, con espléndido candor. En Él han de colocarse todas las esperanzas; en Él han de buscar y esperar la salvación de los hombres». Papa León XIII.