PRIMER DÍA DE LA NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN.

ACTO DE CONTRICIÓN:

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que,
por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

¡Oh, Virgen María! Madre de Dios y de los pecadores especial protectora de los que visten Tu Sagrado Escapulario, te suplico, por lo que la Divina Majestad te ha engrandecido escogiéndote para verdadera Madre Suya, me alcances de Tu Divino hijo Jesús el perdón de mis pecados, la enmienda de mi vida, la salvación de mi alma, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis aflicciones y lo que en esta novena especialmente te pido, si conviene para mayor honra y gloria Suya y bien de mi alma:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Que yo Señora, para conseguirlo me valgo de Tu intercesión poderosa y quisiera tener el espíritu de todos los santos y todos los justos para alabarte dignamente y unidos con sus afectos mis voces te saluden una y mil veces diciendo:

Hacer tres Avemarías.

DIA PRIMERO:

¡Oh! Virgen del Carmen, María Santísima, que fuiste figurada en aquella nubecilla que el gran Profeta de Dios, Elías, vio levantarse del Mar, y con su lluvia fecundó copiosamente la tierra, significando la purísima fecundidad con que diste al mundo a tu querido Hijo Jesús, para remedio universal de nuestras almas: te ruego, Señora, me alcances de su majestad copiosas lluvias de auxilios, para que mi alma lleve abundantes frutos de virtudes y buenas obras, a fin de que sirviéndole con perfección en esta, vida, merezca gozarle en la eterna. Así, Señora, te lo suplico humildemente, diciendo:

Dios te Salve, Reina y Madre, Madre de Misericordia: Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve, a Ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A Ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea! pues Señora, abogada nuestra! Vuelve a nosotros, esos, Tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús: Fruto bendito de Tu vientre. Oh! Clemente! Oh! Piadosa! Oh! Dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

LECTURA:

“Fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios, a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una Virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David; el nombre de la Virgen era María. Y presentándose a ella, le dijo: “Salve, llena de gracia, el Señor es contigo”. Ella se turbó al oír aquellas palabras y pensaba que podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David su Padre. Dijo María al Ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pue no conozco varón? El ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será Santo, será llamado Hijo de Dios. Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. San Lucas 1, 26-38.

GOZOS:

Pues sois de nuestro consuelo
el medio más poderoso,
Sed nuestro amparo amoroso
Madre de Dios del Carmelo
.

Desde que en la nubecilla,
que sin mancha os figuró,
de Virgen Madre adoró
Elías la maravilla,
a vuestro culto capilla
erigió en primer modelo.

Pues sois de nuestro consuelo…

Tan primeros para Vos
los hijos de Elías fueron
que por timbre merecieron
ser de la Madre de Dios,
es título que por Vos
les dio su heredado anhelo.

Pues sois de nuestro consuelo

A San Simón, general,
el escapulario disteis;
insignia que nos pusisteis
de hijos como señal,
contra el incendio infernal
es defensivo consuelo.

Pues sois de nuestro consuelo…

Quien bien viviere y muriere
con tal señal es notorio,
que, por vos, del purgatorio
saldrá presto si allá fuere;
por tu patrocinio espere
tomar a la Gloria el vuelo.

Pues sois de nuestro consuelo…

Vuestro Escapulario Santo
escudo es tan verdadero,
que no hay plomo ni hay acero
de quien reciba quebranto;
puede, aunque es de lana, tanto
que vence al fuego y al hielo.

Pues sois de nuestro consuelo…

Por ello vos honras tantas,
Señora, al Carmelo hicisteis
que, viviendo, le asististeis
mil veces con vuestras plantas;
con vuestras palabras santas
doblaste su antiguo celo.

Pues sois de nuestro consuelo…

Flores de vuestro Carmelo
son la variedad de santos,
profetas, mártires tantos,
vírgenes y confesores,
pontífices y doctores,
que hacen vuestro Monte Cielo.

Pues sois de nuestro consuelo…

Dando culto a vuestro honor
durará siempre el Carmelo,
porque así lo alcanzó el celo
de Elías, su fundador:
cuando Cristo, en el Tabor,
mostró su gloria sin velo.

Pues sois de nuestro consuelo
el medio más poderoso,
Sed nuestro amparo amoroso
Madre de Dios del Carmelo.

ORACIÓN FINAL:

¡Oh, Inmaculada María, Virgen del Carmen! dulcísima Madre de Dios, Reina de los Ángeles, abogada de los pecadores y seguro refugio de los atribulados; escucha benigna, te suplico, los ruegos de este miserable siervo y concédeme por Tú gracia que sea yo del número de aquellos que amas y favoreces bondadosamente.

Purifica, oh purísima Virgen mi corazón de toda inmundicia de pecados, aleja de mí todo lo que sea desagradable a Tus ojos: libra mi alma de todo afecto terrenal, inspírame el amor a los bienes celestiales y eternos y haz, benignísima Señora, que este amor sea mi único afán, el móvil de todos mis pensamientos y afectos. Ruega ahora y siempre por mí, oh Virgen sacrosanta y particularmente en la hora de mi muerte, en aquel momento en que esté próximo a dar cuenta de toda mi vida al justo y severo juez de vivos y muertos.

No me abandones, no te apartes de mí, oh! Virgen Gloriosa y Bendita. Con todo el afecto que me es posible encomiendo a Tu piedad y cuidado la salvación de mi alma y la pureza de mi cuerpo. Defiéndeme Señora de todos los males y peligros de este mundo. Intercede por mí ante Tu Divino Hijo Jesús, para que yo alcance el perdón de todos mis pecados, de los cuales me arrepiento sinceramente, por haber ofendido con ellos a un Dios infinitamente bueno y digno de ser amado. Dame, oh dulcísima y cariñosa Madre mía, una verdadera fe, una firme esperanza, una caridad ardiente y alcánzame la gracia del Espíritu Santo para hacer siempre y en todas partes Su Santísima voluntad.

Dígnate por Tu piedad y clemencia, gloriosa Reina del Carmen, preservar esta ciudad del hambre, de la peste y de la guerra. Protege a mis parientes y amigos, líbralos de todos los males espirituales y corporales. Te recomiendo también, bondadosa Señora, a las Santas Almas del Purgatorio; intercede ante Tu Divino Hijo para que sean llevadas al Cielo, gocen allí eternamente de la gloria y rueguen a Dios por mí. Amén.

Padre Nuestro, Avemaría, Gloria.

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