QUINTO DÍA DE LA NOVENA AL PADRE CELESTIAL.
ORACIÓN INICIAL:
Padre mío que estás en el Cielo: ¡Cómo es dulce y suave saber que Tú eres mi Padre y que yo soy Tu hijo! Sobre todo, cuando está oscuro el cielo de mi alma y más pesada es mi cruz, es cuando siento la necesidad de repetirte: ¡Padre, creo en Tu amor por mí! Sí creo, que Tú eres para mi, Padre en cada momento de mi vida, y que yo soy Tu hijo. Creo que me amas con un amor infinito.
Padre, creo que velas día y noche sobre mí, que ni siquiera un cabello se cae de mi cabeza sin Tu permiso. Creo, pero aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad.
DÍA QUINTO: MEDITACIÓN “VENGA A NOSOTROS TU REINO”.
Palabras de Jesús: “Esta invocación debería ser el latido del péndulo de toda vuestra vida, y todo debería gravitar sobre esta invocación, porque el Reino de Dios en los corazones y en el mundo, trae consigo el bien, la paz y todas las virtudes. Escandid por ello vuestra vida de innumerables imploraciones por la llegada de este Reino, de imploraciones vivas, actuando bien en la vida, aplicando vuestro sacrificio en cada momento, porque actuar bien quiere decir sacrificar la naturaleza, con esta finalidad”.
ORACIÓN FINAL:
Padre mío, dado que Tú quieres que siempre recurramos a Ti, heme aquí con confianza para pedirte con Jesús y María:
(Pedir la gracia que se desea).
Hacer un Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Padre Divino dulce esperanza de las almas: que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres.
Padre Divino, bondad infinita que se funde sobre todos los pueblos: que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres.
Padre Divino, rocío beneficioso de la humanidad: que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres.
¡Padre Divino, que el mundo entero proclame Tu gran bondad!