OCTAVO DÍA DE LA NOVENA AL PADRE CELESTIAL.

ORACIÓN INICIAL:

Padre mío que estás en el Cielo: ¡Cómo es dulce y suave saber que Tú eres mi Padre y que yo soy Tu hijo! Sobre todo, cuando está oscuro el cielo de mi alma y más pesada es mi cruz, es cuando siento la necesidad de repetirte: ¡Padre, creo en Tu amor por mí! Sí creo, que Tú eres para mi, Padre en cada momento de mi vida, y que yo soy Tu hijo. Creo que me amas con un amor infinito.

Padre, creo que velas día y noche sobre mí, que ni siquiera un cabello se cae de mi cabeza sin Tu permiso. Creo, pero aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad.

DÍA OCTAVO: Meditación: “Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

Palabras de Jesús: No hay en el número de los creados ninguno, excepto mi Madre, que no haya tenido que hacerse perdonar por el Padre culpas mas o menos graves, según la propia capacidad de ser hijos de Dios. Rogad al Padre que os borre del número de sus deudores. Si lo hacéis con animo humilde, sincero y arrepentido inclinareis al Eterno a vuestro favor. Pero una condición esencial para ser perdonados, es perdonar. Si solo queréis y no dais piedad a vuestro prójimo no conoceréis el perdón del Eterno».               

ORACIÓN FINAL:

Padre mío, dado que Tú quieres que siempre recurramos a Ti, heme aquí con confianza para pedirte con Jesús y María:

(Pedir la gracia que se desea). 

Hacer un Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Padre Divino dulce esperanza de las almas: que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres.

Padre Divino, bondad infinita que se funde sobre todos los pueblos: que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres.

Padre Divino, rocío beneficioso de la humanidad: que Tú seas conocido, alabado y amado por todos los hombres.

¡Padre Divino, que el mundo entero proclame Tu gran bondad!

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