CONSAGRACIÓN A LA INMACULADA (SAN MAXIMILIANO KOLBE).

Oh Inmaculada, Reina del cielo y de la tierra,
refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima a quien Dios confió la economía de la misericordia.
Yo, pecador indigno, me postro ante Ti implorandote humildemente que aceptes todo lo que soy y tengo como cosa y
posesión Tuya.

Haz de mí, de todas mis potencias de alma y cuerpo, de toda mi vida, muerte y eternidad, lo que más te agrade.

Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva,
para cumplir lo que de Ti ha sido dicho: «Ella te aplastará la cabeza», y también: «Tú has derrotado todas las herejías en el mundo».
Permíteme ser un instrumento idóneo en Tus manos inmaculadas y misericordiosas para llevar y aumentar Tu gloria
en tantas almas tibias e indiferentes, y así ayudar a extender en lo posible el bienaventurado
Reino del Sagrado Corazón de Jesús.

Donde Tú entras, oh Inmaculada, obtienes la gracia de la conversión y la santificación, porque toda gracia
que fluye del Sacratísimo Corazón de Jesús para nosotros, nos llega a través de Tus manos.

Ayúdame a alabarte, Oh Virgen Santa y dame fuerza contra Tus enemigos. Amén.

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