NOVENA DE LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA, PRIMER DÍA.

ORACIÓN INICIAL:  

Dios te Salve, Reina Y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve; a ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡oh piadosa! ¡oh, dulce siempre Virgen María!  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.  Amén        

Señor Jesús, concedenos obtener por los méritos del nacimiento de María, Tu Santísima Madre, las gracias que te pedimos en esta novena:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

MEDITACIÓN PRIMER DÍA: Joaquín y Ana hacen una promesa al Señor.

En la casa de Nazaret, Joaquín y Ana se consuelan por no tener un hijo. Joaquín dice: “Hay que esperar todavía. Dios todo lo puede. Mientras uno viva, el milagro puede suceder, sobre todo cuando se le ama y se nos ama. Vamos otra vez al Templo a orar por este motivo. Oraremos mucho. Puede ser que te suceda lo que sucedió a Sara, o como le sucedió a Ana la mujer de Elcaná. Por mucho tiempo esperaron y pensaron que Dios no las amaba porque eran estériles. Pero ya ves, en los cielos de Dios, se preparaba un hijo santo”. “De acuerdo”, dijo Ana, “prometeremos al Señor que si nos concede un hijo se lo ofreceremos”. 

PALABRAS DE JESÚS: “Los Justos son siempre sabios porque son amigos de Dios. Viven en su compañía y Él los instruye. Mis abuelos eran justos y poseían por ello la Sabiduría”.

ORACIÓN FINAL:

Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

Porque ha mirado la humillación de su esclava, desde ahora me llamarán Bienaventurada todas las generaciones. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; Su Nombre es Santo. Y Su misericordia llega a los que le temen, de generación en generación.

El hace proezas con Su brazo: Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel Su Siervo, acordándose de Su misericordia. Como lo había prometido a nuestro Padre Abraham y a toda su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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