NOVENA DE LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, TERCER DÍA.

ORACIÓN INICIAL:  

Dios te Salve, Reina Y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve; a ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡oh piadosa! ¡oh, dulce siempre Virgen María!  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.  Amén        

Señor Jesús, concedenos obtener por los méritos del nacimiento de María, Tu Santísima Madre, las gracias que te pedimos en esta novena:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

MEDITACIÓN TERCER DÍA: El Nacimiento de la Santísima Virgen María.

Mes de septiembre. El atardecer ha llegado mucho antes por la tempestad violenta que se cierne. Aguacero torrencial, vientos, rayos. Uno de los trabajadores de Joaquín hace notar esta tempestad, y dice: «Parece como si Satanás haya salido con sus demonios del infierno. ¡Mira qué negras nubes! Mira cómo huele a azufre, y cómo se oyen silbidos, gritos de lamento, gritos que maldicen. Si es él, de hecho, está noche está muerto de rabia».

Una mujer que sale corriendo de la casa grita: «¡Joaquín! ¡ha nacido una Niña!».

El temporal cesa de pronto y en el cielo aparece un hermoso arco iris que parece que uniese en un solo cinto toda la tierra de Israel. Pero también aparece en el cielo una estrella que brilla cual si fuese hermoso diamante. 

PALABRAS DE JESÚS: “María es la venganza de Dios. Ruge Satanás, mientras ella nace. ¡Esta pequeñita te ha vencido! Antes de que fueses el Rebelde, el Tortuoso, el Corruptor, eras ya el Vencido y ella tu Vencedora.

Miles de ejércitos en orden de batalla nada pueden contra tu poder, las armas de los mortales se les caen de las mano al dar contra tus escamas, y no hay viento que pueda dispersar el hedor de tu aliento. Y sin embargo el calcañal de este piececito, que es de color rosado, tan diminuto que puede caber en el cáliz de un tulipán y hacerse un zapatito con su pétalo, mira que te pisotea sin temor, mira que te arroja a tu caverna. Mira que su vagido te pone en fuga, a ti que no tienes miedo de ejércitos, y su aliento purifica el mundo de tu hedor. Estas vencido: Su Nombre, su Mirada, su Pureza son lanzas, fulgores y piedras que te traspasan, que te encierran en tu cueva del infierno”.

ORACIÓN FINAL:

Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

Porque ha mirado la humillación de su esclava, desde ahora me llamarán Bienaventurada todas las generaciones. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; Su Nombre es Santo. Y Su misericordia llega a los que le temen, de generación en generación.

El hace proezas con Su brazo: Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel Su Siervo, acordándose de Su misericordia. Como lo había prometido a nuestro Padre Abraham y a toda su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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