LA DEVOCIÓN DE LAS TRES AVEMARIAS.
Santa Matilde de Hackeborn, monja cisterciense de Alemania, pensando en su muerte, suplicó con gran fervor a la Virgen María que la asistiera en los últimos instantes de su vida. La Santísima Virgen María le dijo en una revelación:
“Sí que lo haré, pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías. La primera Avemaría, pidiendo que así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la mas poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga.
Por la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de Sabiduría en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así yo te asista en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera Sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error y de la ignorancia.
Por la tercera Avemaría me pedirás, que así como el Espíritu Santo me ha llenado de la dulzura de Su Amor y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la hora de la muerte llenando tu alma de tal suavidad de Amor Divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias».
A Santa Matilde la Virgen María le prometió que quien rece diariamente las Tres Avemarías, recibirá su Auxilio en la vida y en la hora de la muerte.
DEVOCIÓN DE LAS TRES AVEMARÍAS:
María Madre Mía; líbrame de caer en pecado mortal.
Por el Poder que te concedió el Padre (Rezar un Avemaría).
Por la Sabiduría que te concedió el Hijo, (Rezar un Avemaría).
Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo, (Rezar un Avemaría).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio es ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
¡Oh María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma!
Varios Santos han practicado la devoción de las tres Avemarías como San Alfonso María de Ligorio y Santa Gertrudis.
A Santa Gertrudis, hermana de Santa Matilde, la Santísima Virgen María prometió: «A cualquier alma que rece fielmente las Tres Avemarías, me mostraré con un esplendor de una belleza tan extraordinaria a la hora de su muerte, que le consolará y llenará el alma con la alegría celestial».