LA ORACIÓN ES MAS FUERTE QUE TODO.
«San Bernardo escribe estas hermosas palabras: Fuerte es el poder del infierno, pero la oración es más fuerte que todos los demonios. Y ello es así, porque con la oración alcanza el alma la ayuda divina que es más poderosa que toda fuerza creada. Por esto el santo rey David, cuando le asaltaban los temores, se animaba con estas palabras, Con cánticos de alabanza invocaré al Señor y seré libre de todos mis enemigos. San Juan Crisóstomo lo resume en esta sentencia: La oración es arma poderosa, tutela, puerto y tesoro. Es arma poderosa porque con ella vencemos todos los asaltos del enemigo; defensa, porque nos ampara en todos los peligros; puerto, porque nos salva en todas las tempestades; y tesoro, porque con ella tenemos y poseemos todos los bienes». (El Gran Medio de la Oración, San Alfonso María de Ligorio).
Un hombre de nombre Jacob lucho con Dios y lo venció consiguiendo lo que buscaba, la bendición. El libro de la Sabiduría lo elogia con estas palabras: La sabiduría libra a sus servidores de sus penas, ella guio al justo por caminos seguros, multiplicó el fruto de sus fatigas, lo colmo de riquezas, lo protegió de sus enemigos y le dio el premio de un rudo combate, para que supiera que la oración es mas fuerte que todo. (Sabiduría 10, 9-12).
En el libro el Hombre Dios, Jesús dijo a María Valtorta: «Las plegarias ardientes de mi Madre abrieron el cielo en el Huerto de los Olivos en la noche del Jueves Santo y anticiparon mi resurrección el domingo».
En la noche del Jueves Santo el Padre Celestial, ante las blasfemias cometidas, recogió todos los ángeles y cerró las puertas del cielo. Jesús dijo: «Yo era un Dios hecho Hombre, un Hombre que por no tener mancha alguna poseía la fuerza espiritual para dominar la carne. Y con todo no solo no rechazo, sino que invoco la ayuda de la Llena de gracia para obtener un ángel, Ella su reina, para que consolase a su Hijo y Ella obtuvo para Mí el haber podido superar la angustia en el huerto de los olivos con la llegada del ángel consolador».
Y las plegarias ardientes de María anticiparon la resurrección, Jesús dijo: “Había yo dicho: El Hijo del Hombre está para ser matado, pero resucitará al tercer día. A las tres de la tarde del viernes había ya muerto. Debía resucitar al atardecer del domingo para cumplir los tres días, las 72 horas durante las que mi cuerpo permaneció sin vida. Pero habían transcurrido solamente 38 horas cuando el alba dominical me vio resucitar, porque mi Madre anticipo el milagro como cuando con sus oraciones abrió el cielo».
Virgen Santísima Socórrenos con tu Amparo para que, amparados con Tu gracia, tengamos la paz y la salud.