Santa Bárbara nació a mediados del siglo III en Nicomedia, durante el Imperio Romano. Era hija de un rico pagano llamado Dióscoro quien la mantuvo encerrada en una torre para preservarla del mundo exterior. Santa Bárbara se entregó a la oración y al estudio de Jesucristo y del Evangelio; fue bautizada en secreto por un sacerdote cristiano. Cuando su padre se enteró de su conversión al Cristianismo, se enfureció, la mandó a torturar y finalmente la decapitó con su espada.

Después de su muerte comenzó una fuerte tempestad, en la que su padre fue asesinado por un rayo, junto con el procónsul.

Santa Bárbara hace parte del grupo de los 14 Santos Auxiliadores. Gracias a su intercesión se han conseguido numerosos milagros. Es la patrona de los arquitectos, constructores, mineros y artilleros, y se le invoca contra el rayo, el fuego y la muerte súbita.