ENERO 25: CONVERSIÓN DE SAN PABLO.

Cada 25 de enero celebramos la fiesta de la Conversión de San Pablo. Saulo de Tarzo era un fariseo judío que perseguía a los cristianos. Cuando iba a perseguir los Cristianos que se encontraban en Damasco vio una luz blanca que venía del cielo y que lo hizo caer del caballo. Así lo relata Hechos de los Apóstoles 9: 3-20:

«Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Saulo preguntó: «¿Quién eres tú, Señor?» Y Él respondió: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer». Los hombres que lo acompañaban se habían quedado atónitos, pues oían hablar, pero no veían a nadie, y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí permaneció tres días ciego, sin comer ni beber.

Vivía en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «¡Ananías!» y él respondió: «Aquí estoy, Señor». El Señor le dijo: «Vete en seguida a la calle llamada Recta y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo. Lo encontrarás rezando, pues acaba de tener una visión en que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista». Ananías le respondió: «Señor, he oído a muchos hablar del daño que este hombre ha causado a tus santos en Jerusalén. Y ahora está aquí con poderes del sumo sacerdote para llevar presos a todos los que invocan Tu Nombre». El Señor le contestó: «Vete. Este hombre es para mí un instrumento excepcional, y llevará mi Nombre a las naciones paganas y a sus reyes, así como al pueblo de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir por mi Nombre».

Salió Ananías, entró en la casa y le impuso las manos diciendo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo». Al instante se le cayeron de los ojos una especie de escamas y empezó a ver. Se levantó y fue bautizado. Después comió y recobró las fuerzas. Saulo permaneció durante algunos días con los discípulos en Damasco, y en seguida se fue por las sinagogas proclamando a Jesús como el Hijo de Dios».

Hoy también pensamos en todos aquellos que necesitan conversión, especialmente nuestra conversión y la conversión de nuestros familiares y conocidos.

Hay varias oraciones para pedir la gracia de la conversión, una de ellas es esta oración que Jesús enseñó a Santa María Faustina y que se encuentra en el diario 187, y hace parte de la Coronilla de la Divina Misericordia:

«Hoy Jesús me dijo: Deseo que conozcas más profundamente el amor que arde en Mi Corazón por las almas, y lo comprenderás cuando medites Mi Pasión. Invoca Mi misericordia en favor de los pecadores, deseo su salvación. Cuando digas esta oración, con un corazón contrito y con fe a favor de algún pecador, le daré la gracia de la conversión. Esta es la oración: Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como Fuente de Misericordia para nosotros, yo confío en Ti«.

El Santo Rosario es un arma poderosa para convertir pecadores, la Santa Eucaristía, la adoración ante el Santísimo Sacramento, la intercesión de los Santos.

Dios siempre escucha las oraciones cuando son para el bien de un alma, aunque la respuesta tarde en llegar, como en el caso de Santa Mónica quien oró 30 años por la conversión de su esposo y 17 años por la conversión de su hijo, San Agustín.

Leave A Comment