NOVENA A MARÍA AUXILIADORA, CUARTO DÍA.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:

Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios, Reina de los Ángeles y de los Santos, te saludo con la más profunda veneración y devoción filial. Renuevo la consagración de mí mismo y de todo lo que tengo a Ti. Te agradezco Tu maternal protección y las muchas bendiciones que recibo por Tu admirable misericordia y poderosísima intercesión. En todas mis necesidades recurro a Ti con confianza ilimitada. Oh Auxilio de los cristianos, Oh Madre de Misericordia, te suplico ahora que escuches mi oración, y que me obtengas de Tu Divino Hijo el favor que te pido en esta novena, si es la voluntad de Dios:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Obtén para mí también, Madre queridísima, la gracia de imitarte y hacerme semejante a Ti en la práctica de las virtudes de la humildad, la obediencia, la pureza, la sumisión a la voluntad de Dios y la caridad. Sé mi protectora en la vida, guárdame y guíame, líbrame de los peligros, dirígeme en las dudas, llévame por el camino de la perfección, y ayúdame en la hora de mi muerte, para que pueda llegar a Jesús y contigo gozar de Él, adorarlo y amarlo eternamente en el Cielo. Amén.

DÍA CUARTO:

 “Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la Ley de Moisés, los Padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la Ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Mesías del Señor.

Movido por el Espíritu, fue al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, puedes, según Tu palabra, dejar que Tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos Tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones y gloria de Tu pueblo Israel. (San Lucas 2, 22-32).

ORACIÓN FINAL (ORACIÓN DE SAN JUAN BOSCO A MARÍA AUXILIADORA):

Oh María, Virgen Poderosa, grande e ilustre defensora de la Iglesia, admirable Auxilio de los cristianos, formidable como un ejército en orden de batalla, Tú que has vencido todas las herejías del mundo, en nuestras angustias, en nuestros combates, en nuestras dificultades, defiéndenos del Enemigo, y en la hora de nuestra muerte recibe nuestras almas en el Paraíso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Rezar una Salve.

¡Bendito y alabado sea en todo momento el Santísimo Sacramento del Altar!

¡María Auxiliadora, ruega por nosotros!

Amén.

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