NOVENA A MARÍA AUXILIADORA, OCTAVO DÍA.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:

Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios, Reina de los Ángeles y de los Santos, te saludo con la más profunda veneración y devoción filial. Renuevo la consagración de mí mismo y de todo lo que tengo a Ti. Te agradezco Tu maternal protección y las muchas bendiciones que recibo por Tu admirable misericordia y poderosísima intercesión. En todas mis necesidades recurro a Ti con confianza ilimitada. Oh Auxilio de los cristianos, Oh Madre de Misericordia, te suplico ahora que escuches mi oración, y que me obtengas de Tu Divino Hijo el favor que te pido en esta novena, si es la voluntad de Dios:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Obtén para mí también, Madre queridísima, la gracia de imitarte y hacerme semejante a Ti en la práctica de las virtudes de la humildad, la obediencia, la pureza, la sumisión a la voluntad de Dios y la caridad. Sé mi protectora en la vida, guárdame y guíame, líbrame de los peligros, dirígeme en las dudas, llévame por el camino de la perfección, y ayúdame en la hora de mi muerte, para que pueda llegar a Jesús y contigo gozar de Él, adorarlo y amarlo eternamente en el Cielo. Amén.

DÍA OCTAVO: 

«Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús, y de sus hermanos». «Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse». Hechos 1:14; Hechos 2: 1-4.

ORACIÓN FINAL (ORACIÓN DE SAN JUAN BOSCO A MARÍA AUXILIADORA):

Oh María, Virgen Poderosa, grande e ilustre defensora de la Iglesia, admirable Auxilio de los cristianos, formidable como un ejército en orden de batalla, Tú que has vencido todas las herejías del mundo, en nuestras angustias, en nuestros combates, en nuestras dificultades, defiéndenos del Enemigo, y en la hora de nuestra muerte recibe nuestras almas en el Paraíso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Rezar una Salve.

¡Bendito y alabado sea en todo momento el Santísimo Sacramento del Altar!

¡María Auxiliadora, ruega por nosotros!

Amén.

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