NOVENA AL ESPÍRITU SANTO, SÉPTIMO DÍA.

ORACIÓN INICIAL (Acto de Consagración diaria al Espíritu Santo):

De rodillas ante la gran multitud de testigos celestiales, me ofrezco en cuerpo y alma a Ti, Eterno Espíritu de Dios. Adoro el brillo de Tu pureza, la infalible agudeza de Tu justicia y el poder de Tu amor. Eres la Fuerza y ​​la Luz de mi alma. En Ti vivo, me muevo y tengo mi ser. Deseo nunca afligirte por la infidelidad a la gracia y ruego con todo mi corazón para que se me guarde del más pequeño pecado contra Ti. Guarda misericordiosamente cada uno de mis pensamientos y concédeme que siempre pueda velar por Tu luz, escuchar Tu voz y seguir Tus misericordiosas inspiraciones. Me aferro a Ti, me entrego a Ti y te pido, por Tu compasión, que me cuides en mi debilidad. 

Sosteniendo los Pies traspasados ​​de Jesús, mirando Sus Cinco Llagas, confiando en Su Preciosa Sangre y adorando Su Costado abierto y Su Corazón herido, Te imploro, Espíritu adorable, para que me guardes en Tu gracia para que nunca peque contra Ti. Dame la gracia, oh Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, para decirte siempre y en todo lugar: “Habla Señor que Tu siervo escucha”. Amén.

DÍA SÉPTIMO:

“El afligido invocó al Señor, Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a quienes le temen y los protege”. (Salmo 34:7-8).

Don de Temor de Dios:

El Don de Temor de Dios es una gracia que nos comunica un temor filial para con Dios, y nos hace evitar todo lo que pueda desagradarle y separarnos de Él.

El Don de Temor de Dios “No significa tener miedo de Dios: sabemos bien que Dios es Padre, y que nos ama y quiere nuestra salvación, y siempre perdona, siempre; por lo cual no hay motivo para tener miedo de Él. El temor de Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere mucho“. “El temor de Dios nos hace tomar conciencia de que todo viene de la gracia y que nuestra verdadera fuerza está únicamente en seguir al Señor Jesús y en dejar que el Padre pueda derramar sobre nosotros su bondad y su misericordia. Abrir el corazón, para que la bondad y la misericordia de Dios vengan a nosotros”. “Cuando una persona vive en el mal, cuando blasfema contra Dios, cuando explota a los demás, cuando los tiraniza, cuando vive sólo para el dinero, para la vanidad, o el poder, o el orgullo, entonces el santo temor de Dios nos pone en alerta: ¡atención! Con todo este poder, con todo este dinero, con todo tu orgullo, con toda tu vanidad, no serás feliz. Nadie puede llevar consigo al más allá ni el dinero, ni el poder, ni la vanidad, ni el orgullo. ¡Nada! Sólo podemos llevar el amor que Dios Padre nos da, las caricias de Dios, aceptadas y recibidas por nosotros con amor. Y podemos llevar lo que hemos hecho por los demás”. Papa Francisco.

ORACIÓN FINAL (Oración para pedir los siete dones del Espíritu Santo):

Oh Señor Jesucristo, que antes de ascender al Cielo prometiste enviar el Espíritu Santo para completar Tu obra en las almas de Tus Apóstoles y Discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo, para que perfeccione en mi alma la obra de Tu gracia y Tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría, para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas; el Espíritu de Entendimiento, para iluminar mi mente con la luz de Tu Divina verdad; el Espíritu de consejo, para que siempre pueda elegir la forma más segura de agradar a Dios y ganar el cielo; el Espíritu de Fortaleza, para que pueda llevar mi cruz contigo y para que pueda vencer con valentía todos los obstáculos que se oponen a mi salvación; el Espíritu de Conocimiento, para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí mismo y perfeccionarme en la ciencia de los Santos; el espíritu de piedad, para que encuentre dulce y amable el servicio de Dios; el Espíritu de Temor, para que pueda estar lleno de una reverencia amorosa hacia Dios y pueda temer de alguna manera desagradarle. Márcame, Amado Señor, con el signo de Tus verdaderos discípulos, y anímame en todas las cosas con Tu Santo Espíritu. Amén.

Te pedimos Espíritu Santo que nos concedas la siguiente gracia, si es la Divina Voluntad:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

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