SALUDO A LAS VIRTUDES (SAN FRANCISCO DE ASÍS).
¡Salve, reina sabiduría!, el Señor te salve con tu hermana la santa pura sencillez.
¡Señora santa pobreza!, el Señor te salve con tu hermana la santa humildad.
¡Señora santa caridad!, el Señor te salve con tu hermana la santa obediencia.
¡Santísimas virtudes!, a todas os salve el Señor, de quien venís y procedéis.
No hay absolutamente nadie en el mundo entero que pueda poseer una de vosotras si antes no muere a sí mismo.
Quien posee una y no ofende a las otras, las posee todas. Y quien ofende a una, ninguna posee y a todas ofende. Y cada una confunde a los vicios y pecados.
La santa sabiduría confunde a Satanás y todas sus malicias.
La pura santa sencillez confunde a toda la sabiduría de este mundo y a la sabiduría del cuerpo.
La santa pobreza confunde a la codicia y la avaricia y a las preocupaciones de este mundo.
La santa humildad confunde a la soberbia y a todos los hombres del mundo, e igualmente a todas las cosas que hay en el mundo.
La santa caridad confunde a todas las tentaciones diabólicas y carnales y a todos los temores carnales.
La santa obediencia confunde a todas las voluntades corporales y carnales, y mantiene mortificado su cuerpo para obedecer al espíritu y para obedecer a su hermano, y está sujeto y sometido a todos los hombres que hay en el mundo, y no solo a los hombres, sino también a todas las bestias y fieras, para que puedan hacer de él todo lo que quieran, en cuanto les sea dado de lo alto por el Señor.