NOVENA A SANTA ANA Y SAN JOAQUÍN, DÍA PRIMERO.
Oración inicial:
Gloriosos Santos Joaquín y Ana padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Nuestro Señor Jesucristo, me pongo en este día bajo su amparo y les pido humildemente que, por la gracia que les ha sido concedida por la Santísima Trinidad, escuchen favorablemente mis súplicas e intercedan por mi para conseguir el favor que pido en esta novena, si es la voluntad de Dios:
(Pedir la gracia que se desea obtener).
Dios misericordioso, que elegiste a Santa Ana y San Joaquín para traer al mundo a la Madre de Tu Divino Hijo, concédenos misericordiosamente a los que con devoción honramos su memoria, la gracia de la felicidad en esta vida, y la alegría de vivir contigo por toda la eternidad. Amén.
Meditación: San Joaquín consuela a Santa Ana.
En Nazaret veo en el interior de una casa una mujer de edad, con cabellos grises, que se levanta al oír que llaman a la puerta. Abre. Una mujer le pregunta: «Ana quieres darme tu cántaro, te lo llenaré». La mujer trae consigo un pequeñín de 5 años y este se queda con Ana.
Ana le dice a su marido Joaquín: «¡Ah si tuviéramos un hijo! me gustaría que fuera así, que tuviera estos ojos y estos cabellos», y suspira. Joaquín también suspira y trata de consolarla. Le pone la mano sobre sus cabellos encanecidos y le dice: «Hay que esperar todavía. Dios todo lo puede. Mientras uno vive el milagro puede suceder, sobre todo cuando se le ama y nos ama». Ana guarda silencio desconsolada. Dos lagrimas corren por sus mejillas y Joaquín le dice: «No llores Ana. Somos igualmente felices. Al menos yo lo soy porque te tengo a ti». Ana responde: «También yo lo soy. Pero no te dado un hijo».
Oración final: El Magníficat.
Glorifica mi alma al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la pequeñez de Su sierva. Desde ahora me llamaran Bienaventurada todas las generaciones. Porque el Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí. Su Nombre es Santo y Su misericordia llega a los que le temen de generación en generación. Él hace proezas con Su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel Su siervo acordándose de Su misericordia como lo había prometido a nuestros padres Abraham y Su descendencia para siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.