NOVENA A SANTA ANA Y SAN JOAQUÍN, QUINTO DÍA.

Oración inicial:

Gloriosos Santos Joaquín y Ana padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Nuestro Señor Jesucristo, me pongo en este día bajo su amparo y les pido humildemente que, por la gracia que les ha sido concedida por la Santísima Trinidad, escuchen favorablemente mis súplicas e intercedan por mi para conseguir el favor que pido en esta novena, si es la voluntad de Dios:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Dios misericordioso, que elegiste a Santa Ana y San Joaquín para traer al mundo a la Madre de Tu Divino Hijo, concédenos misericordiosamente a los que con devoción honramos su memoria, la gracia de la felicidad en esta vida, y la alegría de vivir contigo por toda la eternidad. Amén.

Meditación: Ana relata a Joaquín la experiencia del último día en Jerusalén.

Mes de octubre. El ultimo día de los tabernáculos o fiesta de las luces: “Mientras oraba en el templo, lo mas cerca que se permite a una mujer acercarse a la casa de Dios, ya era tarde y recuerdo que decía estas palabras: “Todavía, todavía un poco”.

No quería separarme de ese lugar hasta no haber obtenido lo que quería. En la sombra que bajaba, del interior del lugar sagrado, que estaba yo mirando como estática para arrancar a Dios oculto su favor, vi que salía una luz. Una chispa de luz hermosísima. Era blanca como la luna y sin embargo encerraba en si todas las luces de todas las perlas y joyas que haya sobre la tierra. Parecía que una estrella preciosa del velo, esas que están a los pies de los querubines, se separase y se revistiese de una luz sobrenatural.

Parecía como si de la otra parte del velo sagrado, de la gloria misma, partiese una llama de fuego y veloz a mi llegase, y al cortar el aire cantase con voz celestial: Hágase lo que has pedido”.

“Por eso canto: Una estrella a ti vendrá. Será nuestro hijo que se muestra como luz de una estrella”.

Dice Joaquín: “Si es varón lo llamaremos Samuel. Si es una niña la llamaremos Estrella”.

Si es una niña la llamaremos María. Estrella de nuestro mar, perla preciosa, felicidad”.

“Hija de Dios más que de nosotros porque ha nacido de un leño seco y después de tres años la entregaremos al Señor”.

Oración final: El Magníficat.

Glorifica  mi alma al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la pequeñez de Su sierva. Desde ahora me llamaran Bienaventurada todas las generaciones. Porque el Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí. Su Nombre es Santo y Su misericordia llega a los que le temen de generación en generación. Él hace proezas con Su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel Su siervo acordándose de Su misericordia como lo había prometido a nuestros padres Abraham y Su descendencia para siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén. 

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