NOVENA A SANTA ANA Y SAN JOAQUÍN, SÉPTIMO DÍA.
Oración inicial:
Gloriosos Santos Joaquín y Ana padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Nuestro Señor Jesucristo, me pongo en este día bajo su amparo y les pido humildemente que, por la gracia que les ha sido concedida por la Santísima Trinidad, escuchen favorablemente mis súplicas e intercedan por mi para conseguir el favor que pido en esta novena, si es la voluntad de Dios:
(Pedir la gracia que se desea obtener).
Dios misericordioso, que elegiste a Santa Ana y San Joaquín para traer al mundo a la Madre de Tu Divino Hijo, concédenos misericordiosamente a los que con devoción honramos su memoria, la gracia de la felicidad en esta vida, y la alegría de vivir contigo por toda la eternidad. Amén.
Meditación: El parto de Santa Ana.
El atardecer ha llegado mucho antes por la tempestad violenta que se cierne. Aguacero torrencial, vientos, rayos. Uno de los trabajadores hace notar esta violenta tempestad: «Parece como si Satanás haya salido con sus demonios del infierno. Mira que negras nubes. Mira como huele a azufre y como se oyen silbidos, gritos de lamento, gritos que maldicen. Si es él, de hecho, esta noche está muerto de rabia». El otro compañero se ríe y dice: «Se le habrá escapado una gran presa o bien Miguel le habrá echado encima nuevos rayos de Dios, se le han quebrado los cuernos y la cola se le ha cortado y arde en el fuego».
Una mujer que sale, grita: «Joaquín todo está bien. Ha nacido una niña».
El temporal cesa de pronto. Un hermoso arco iris aparece en el cielo. Parece que uniera en un solo cinto toda la tierra de Israel. Pero también aparece una estrella aun cuando el sol no se ha puesto ¡Que estrella! Brilla cual si fuese un hermoso diamante. Y la luna esta llena, ¡ved como brilla!
Ha nacido María la luna llena, Estrella del Mar, la Perla Divina, el Arco de la Paz. Así lo dijo Ana en el cantico de alabanza:
“Y por su medio venga sobre la tierra la alegría y la paz”.
Oración final: El Magníficat.
Glorifica mi alma al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la pequeñez de Su sierva. Desde ahora me llamaran Bienaventurada todas las generaciones. Porque el Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí. Su Nombre es Santo y Su misericordia llega a los que le temen de generación en generación. Él hace proezas con Su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel Su siervo acordándose de Su misericordia como lo había prometido a nuestros padres Abraham y Su descendencia para siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.