NOVENA DE LA ANUNCIACIÓN, PRIMER DÍA.

Llegada la media noche se levantó la Santísima Virgen María y postrada en la presencia del Altísimo comienza su acostumbrada oración. Su espíritu se eleva cerca de Dios y, por medio de una visión, el Señor le dio a conocer todo lo que hizo en el día primero de la creación del mundo:

Conoció cómo en el principio creó el Señor el cielo y la tierra, cuando estuvo vacía y las tinieblas sobre la cara del abismo, cómo el Espíritu del Señor era llevado sobre las aguas y cómo al Divino mandato fue hecha la luz. Y, dividiendo las tinieblas, ellas se llamaron noche y a la luz día. En este primer día conoció la grandeza de la tierra, su longitud, latitud y profundidad. Conoció sus cavernas, el infierno, el limbo y el purgatorio. Conoció las regiones, el clima y la división de las cuatro partes del mundo y todos los que lo ocupan y habitan. Conoció cuando fueron creados los ángeles y entendió su naturaleza y condiciones, diferencias, jerarquías, oficios, grados y virtudes. Le fue manifestada la rebeldía de los ángeles malos y su caída. Entendió el castigo y efectos del pecado en los demonios.

Y el Señor le dijo: «Grandes son mis deseos de redimir al hombre del pecado, pídeme continuamente estos días con grande afecto la ejecución de estos deseos y, postrada en mi real presencia, no cesen tus peticiones y clamores, para que con efecto descienda el Unigénito del Padre a unirse con la humana naturaleza».

(El Señor siempre le ocultó que Ella iba a ser la Madre del Salvador).

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:

¡Te saludo, Santísima Virgen, Madre de Dios, Trono de Gracia, milagro del Poder Omnipotente!
¡Te saludo, Santuario de la Santísima Trinidad y Reina del Universo, Madre de Misericordia y Refugio de los pecadores!
Madre amadísima, atraído por Tu belleza y dulzura, y por Tu tierna compasión, me dirijo confiadamente a Ti, y te suplico que me obtengas de Tu amado Hijo el favor que pido en esta novena:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Obtén también para mí, Reina del cielo, la más viva contrición por mis pecados y la gracia de imitar estrechamente las virtudes que tan fielmente practicaste, especialmente la humildad, la pureza y la obediencia.
Sobre todo, te ruego que seas mi Madre y Protectora, que me recibas en el número de Tus devotos hijos y me guíes desde Tu alto trono de gloria.
¡No rechaces mis peticiones, Madre de Misericordia! Ten piedad de mí y no me abandones en vida ni en el momento de mi muerte.
Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

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