DOMINGO DE RAMOS.
Domingo de Ramos según revelaciones dadas a la Venerable María de Jesús de Ágreda:
Llegado el día, que fue el que corresponde al domingo de Ramos, salió Su Majestad con sus discípulos para Jerusalén, asistido por muchos Ángeles que le alababan por verle tan enamorado de los hombres y solícito de su salud eterna. Y habiendo caminado dos leguas, poco más o menos, llegando a Betfagé, envió dos discípulos a la casa de un hombre poderoso que estaba cerca, y con su voluntad le trajeron dos jumentillos; el uno, que nadie había usado ni subido en él.
Nuestro Salvador caminó para Jerusalén, y los discípulos aderezaron con sus vestidos y capas al jumentillo y también la jumentilla; porque de ambos se sirvió el Señor en este triunfo, conforme a las profecías de Isaías (Is 62, 11) y Zacarías (Zac 9, 9), que muchos siglos antes lo dejaron escrito, para que no tuviesen ignorancia los sacerdotes y sabios de la ley. Todos los cuatro Evangelistas sagrados escribieron también este maravilloso triunfo de Cristo y cuentan lo que fue visible y patente a los ojos de los circunstantes.
Sucedió en el camino que los discípulos, y con ellos todo el pueblo, pequeños y grandes, aclamaron al Redentor por verdadero Mesías, Hijo de David, Salvador del mundo y Rey verdadero. Unos decían: Paz sea en el cielo y gloria en las alturas, bendito sea el que viene como Rey en el nombre del Señor; otros decían: Hosanna Filio David: Sálvanos, Hijo de David, bendito sea el reino que ya ha venido de nuestro padre David. Y unos y otros cortaban palmas y ramos de los árboles en señal de triunfo y alegría y con las vestiduras los arrojaban por el camino donde pasaba el nuevo triunfador de las batallas, Cristo nuestro Señor.