CINCUENTA DÍAS DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR: SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS.

Cincuenta días después de la Resurrección de Nuestro Señor celebramos la Solemnidad de Pentecostés.

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo”. Hechos de los Apóstoles 2, 1-5.

El día de Pentecostés es posible ganar indulgencia plenaria (para uno mismo o para un difunto) de la siguiente forma:

  • Cantar o recitar el himno Veni Creator Spiritus.
  • Recibir la Sagrada Eucaristía.
  • Confesarse.
  • Orar por las intenciones (puede ser un Padre Nuestro y Avemaría).

HIMNO VENI CREATOR SPIRITUS:

LATIN:ESPAÑOL:
Veni, Creátor Spíritus,
mentes tuórum vísita,
imple supérna grátia,
quæ tu creásti péctora.

Qui díceris Paráclitus,
altíssimi donum Dei,
fons vivus, ignis, cáritas,
et spiritális únctio.

Tu septifórmis múnere,
dígitus patérnæ déxteræ,
tu rite promíssum Patris,
sermóne ditans gúttura.

Accénde lumen sénsibus,
infúnde amórem córdibus,
infírma nostri córporis
virtúte firmans pérpeti.

Hostem repéllas lóngius
pacémque dones prótinus;
ductóre sic te prævio
vitémus omne nóxium.

Per te sciámus da Patrem
noscámus atque Fílium,
teque utriúsque Spíritum
credámus omni témpore.

Deo Patri sit glória, et Fílio, qui a mórtuis surréxit, ac Paráclito, in sæculórum sǽcula. Amen.
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles y
llena con tu divina gracia,
los corazones que Tú creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre,
que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones y,
con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo,
y danos pronto la paz;
sé Tú nuestro guía,
para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos.

Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN DE SAN JUAN PABLO II AL ESPÍRITU SANTO:

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo,
ven y renueva la faz de la tierra.
Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad,
para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento
de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia,
haz que la riqueza de los carismas y ministerios
contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo,
y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados
colaboren juntos en la edificación del único reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz,
suscita solidaridad para con los necesitados,
da a los enfermos el aliento necesario,
infunde confianza y esperanza en los que sufren,
acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.

¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón,
orienta el camino de la ciencia y de la técnica
al servicio de la vida, de la justicia y de la paz.
Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones,
y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne
en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha,
haznos dóciles a las muestras de tu amor
y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos
que tú pones en el curso de la historia.

¡Ven, Espíritu de amor y de paz!

A ti, Espíritu de amor,
junto con el Padre omnipotente
y el Hijo unigénito,
alabanza, honor y gloria
por los siglos de los siglos.

Amén.

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