LA HUMILDE ESCLAVA DEL SEÑOR.
La noche del 4 de enero de 1887 me pareció ver una persona llena de inmensos resplandores que me decía:
«Yo soy la esclava del Señor. He sido enviada para curar a tu enfermo Ludovico Olive. El Señor ha mirado la humillación de su esclava y el Poderoso ha hecho obras grandes por mí».
Después ella añadió:
«Yo tengo mi morada en lo más alto de los cielos y puedo hacer ricos espiritualmente a los que aman y llenarlos de tesoros celestiales. Para los jóvenes sus mejores tesoros serán que sus palabras sean puras y sus acciones sean castas. Ministros de Dios: no se cansen nunca de insistir en que hay que huir de los que es contrario a la pureza y de las malas conversaciones.
Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Los que hablan malas conversaciones muy difícilmente se lograrán convertir de su impureza. Si quieren agradarme procuren tener buenas conversaciones y darse mutuamente ejemplos de buen obrar. Muchos prometen flores de buenas obras y sólo ofrecen a mi Hijo espinas de pecados».
Y siguió diciendo:
«¿Por qué confesándose frecuentemente, su corazón sigue tan lejos de mí? Dedíquense a decir y a hacer lo que es bueno y no lo que es malo. Yo soy una Madre que amo a mis hijos espirituales pero aborrezco todo lo que es pecado. Voy a venir pronto para llevarme a algunos al descanso eterno. Yo cuido de mis devotos como una gallina cuida a sus polluelos.
Dedíquense a hacer obras buenas y no malas acciones. Las malas conversaciones son como una enfermedad contagiosa. Los superiores que no se cansen nunca de avisar acerca de estos peligros, porque va a venir aquel que les va a tomar cuenta del modo como han instruido a los demás. El tiempo que les queda es breve. Por tanto, mientras les queda tiempo trabajen con ánimo esforzado”.
Nota: El clérigo Ludovico Olive estaba moribundo y desahuciado por los médicos. Don Bosco, después de este sueño-visión dijo que Olive no moriría por ahora. Y en efecto pocos días después empezó a mejorar y fue misionero en china donde vivió hasta 1921 (35 años después de este sueño).
Al día siguiente de haber tenido este sueño, llamó Don Bosco al Padre Lemoyne y se lo narró y le dijo: «Los médicos dicen que Olive se muere ahora. Y la Virgen me dice que vivirá mucho tiempo más. ¿Qué me aconsejas? ¿Decirle que se va a curar?». El Padre Lemoyne le respondió: «Don Bosco, lo que usted sueña son visiones venidas del Cielo, y siempre se cumplen».
«Así es», dijo el Santo. «Entonces puedes hacer correr la noticia de que Don Bosco ha soñado que Olive no morirá por ahora».
Y aquella noche soñó el moribundo Olive que se le aparecía Don Bosco y le decía: “Dentro de diez días vendrás a mi habitación, totalmente curado y me visitarás”. Y así sucedió.
Tomado del libro: Sueños de San Juan Bosco.