ENERO 17: SAN ANTONIO ABAD.

San Antonio nació el 12 de enero del año 251 en una familia adinerada de la ciudad Heracleópolis Magna en Egipto. A los 20 años sus padres murieron y San Antonio heredó todos los bienes de sus padres. Luego de escuchar en la Iglesia las palabras de Jesús que se encuentran en Mateo 19:21: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme», tomó la decisión de vender todas sus pertenencias, donó todo el dinero a los pobres y luego se retiro al desierto en donde vivió una vida de soledad caracterizada por el ayuno, la oración y el trabajo.

Muchas personas acudían a San Antonio para pedir sus oraciones y escuchar sus consejos. Gracias a su intercesión se obtenían numerosas curaciones milagrosas y sus palabras llenas de sabiduría consolaban a los que sufrían y los llenaba de paz.

San Antonio, también conocido como San Antonio el Grande o San Antón, vivió hasta los 105 años. Se le representa siempre con el bastón de los ermitaños en forma de T y rodeado de animales porque cuenta la historia que cuidaba y curaba a los animales enfermos que se le acercaban. El día de su fiesta se bendicen los animales domésticos.

San Atanasio, uno de sus discípulos, escribió estas palabras sobre San Antonio Abad:

«El hecho de que llegó a ser famoso en todas partes, de que encontró admiración universal y de que su pérdida fue sentida aun por gente que nunca lo vio, subraya su virtud y el amor de Dios. Antonio ganó renombre no por sus escritos ni por sabiduría de palabras ni por ninguna otra cosa, sino sólo por su servicio a Dios. Y nadie puede negar que esto es don de Dios. ¿Cómo explicar, en efecto, que este hombre, que vivió escondido en la montaña, fuera conocido en España y Galia, en Roma y África, sino por Dios, que en todas partes da a conocer a los suyos, y que, más aún, le había anunciado esto a Antonio desde el principio? Pues aunque hagan sus obras en secreto y deseen permanecer en la oscuridad, el Señor los muestra públicamente como lámparas a todos los hombres, y así los que oyen hablar de ellos pueden darse cuenta de que los mandamientos llevan a la perfección, y entonces cobran valor para seguir la senda que conduce a la virtud». (Vida de san Antonio, 93, 5-6).

ORACIÓN:

Señor Dios, que otorgaste a San Antonio Abad, el don de servirte en el desierto con una vida admirable, concédenos, por su intercesión, que, negándonos a nosotros mismos, te amemos siempre y sobre todas las cosas. Por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

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