LA PASTORA Y EL ROSARIO.

En un pueblo de España había una mujer pobre de bienes de la tierra, pero muy rica en la devoción a la Santísima Virgen María. Esta mujer tenía un hijo de 12 años que debido a su pobreza se ocupaba de guardar un rebaño de ovejas. Cuando regresaba a casa por la noche, la madre lo instruía en la devoción de la Santísima Virgen María y le enseñaba el Santo Rosario, y le decía que cuando se viese en alguna necesidad, acudiese con esta devoción a la Reina del Cielo, que sin duda le Socorrería.

Una tarde mientras cuidaba el rebaño vino una terrible tempestad, la cual dispersó el ganado y acordándose del consejo de su madre, se refugio debajo de una piedra y se puso a rezar el Santo Rosario.

Era ya muy de noche cuando acabo la tempestad, y salió a buscar el ganado en tan grande oscuridad que no veía por donde andaba. Y al llegar a un punto peligroso se le apareció una hermosa pastora, llena de luces, y le dijo: «¿Adónde vas hermano?». Respondió él: «En busca de mi ganado». La pastora le dijo: «Ven conmigo que estas cansado. Dios le guardará y por la mañana lo hallarás«. El joven siguió a la pastora que lo llevó a una choza y le dijo: «Aquí te puedes recoger esta noche».

Durmió el pastor toda la noche y por la mañana, se levantó y salió a buscar su ganado y le hallo todo junto, sin faltarle ninguna oveja. Muy contento regresó a buscar a la pastora para darle las gracias, pero no encontró ni a la pastora ni a la choza. Entonces se dio cuenta que era la Santísima Virgen María la que se le había aparecido y desde entonces se fortaleció más su devoción a la Santísima Virgen María y al Santo Rosario, por el cual tanto bien le había venido. 

(Tomado del libro Año Virgíneo, 5 de agosto).

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