OCTUBRE 15: SANTA TERESA DE ÁVILA.

Dichoso el corazón enamorado:

Dichoso el corazón enamorado que en sólo Dios ha puesto el pensamiento;
por él renuncia a todo lo criado, y en él halla su gloria y su contento.
Aun de sí mismo vive descuidado, porque en su Dios está todo su intento,
y así alegre pasa y muy gozoso las ondas de este mar tempestuoso.

Nada te turbe:

Nada te turbe, nada te espante,
todo se pasa, Dios no se muda,
la paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene nada le falta.
Sólo Dios basta.

Coloquio amoroso:

Si el amor que me tenéis, Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿En qué me detengo? O Vos, ¿en qué os detenéis?

Alma, ¿Qué quieres de mí? Dios mío, no más que verte.

Y ¿Qué temes más de ti? Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida ¿Qué tiene que desear,
sino amar y más amar, y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido, Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido adonde más le convenga.

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