LA PUREZA DE SAN ANTONIO DE PADUA.

 “El Nombre de María es Júbilo en el Corazón, melodía en el oído y miel en la boca”. 

San Antonio de Padua.

Después del apóstol San Juan a quien Jesús, al pie de la Cruz, le entrega a la Virgen María como su Madre por la pureza de su corazón, hay otro joven llamado San Antonio de Padua que desde muy joven consagró a la Virgen María su pureza.

Cuenta la historia que en una ocasión San Antonio de Padua se encontraba rezando y le vinieron terribles tentaciones impuras, él hizo la Señal de la Cruz diciendo: “Por la Señal de la Santa Cruz, huyan espíritus impuros” y el demonio se alejó.

A San Antonio lo pintan con una Azucena en la mano, porque a costa de grandes sacrificios logró conservar perfectamente durante toda su vida la Santa Virtud de la Pureza. En el Evangelio leyó que Jesús decía: “Ciertos espíritus impuros, no se alejan sino con la oración y el sacrificio” (Marcos 9,29) y se dedicó a hacer intensas oraciones y a hacer sacrificios en el comer, en el dormir, en el mirar y en el hablar.

Un día mientras estaba en cama enfermo de paludismo, llegó un discípulo suyo a contarle que estaba sufriendo terribles tentaciones impuras que lo atormentaban y lo ponían en grave peligro de pecar. El Santo le aconsejó que se colocara su túnica que tenía allí colgada, mientras él lo encomendaba a Dios. Tan pronto como el discípulo se colocó la túnica de San Antonio, inmediatamente se alejaron las tentaciones y no lo atacaron más. Por eso muchas personas se encomiendan a San Antonio para ser protegidos de los espíritus de impureza.

A San Antonio lo pintan con el Niño Jesús en los brazos porque gracias a su pureza tuvo al Niño Jesús en sus brazos, y lo adoró.

“Bienaventurados los puros de Corazón porque ellos verán a Dios” (San Mateo 5, 8).

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