JULIO: MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

Tradicionalmente en la Iglesia Católica el mes de julio esta dedicado a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Breve historia:

  • En 1815 San Gaspar del Búfalo fundó una nueva Congregación llamada Misioneros de la Preciosísima Sangre. 
  • Por mandato del papa Benedicto XIV se compusieron la Misa y el Oficio en honor de la Sangre adorable del Divino Salvador.
  • El papa Pío IX, en cumplimiento de un voto hecho en Gaeta, extendió la fiesta litúrgica a toda la Iglesia con el decreto Redempti Sumus el 10 de agosto de 1849.
  • El papa Pio X escogió el 1 de julio como el día de fiesta.
  • El papa Pío XI, como recuerdo del XIX Centenario de la Redención, elevó dicha fiesta a rito doble de primera clase, con el fin de que, al incrementar la solemnidad litúrgica, se intensificase también la devoción y se derramasen más copiosamente sobre los hombres los frutos de la Sangre redentora.
  • El Papa Juan XXIII aprobó las Letanías a la Sangre de Cristo “con objeto de incrementar más el culto a la preciosa Sangre del Cordero inmaculado” y recomendó “que se reciten en todo el mundo católico privada o públicamente con la concesión de indulgencias especiales”.
  • Después del Concilio Vaticano II se eliminó esta celebración del calendario siendo reemplazada por una Misa Votiva, pero sigue siendo honrada todo el mes de Julio, mes consagrado la Preciosa Sangre.

En la carta apostólica Inde a Primis, el papa Juan XXIII escribe: “Al acercarse la fiesta y el mes consagrado al culto de la Sangre de Cristo, precio de nuestro rescate, prenda de salvación y de vida eterna, que los fieles la hagan objeto de sus más devotas meditaciones y más frecuentes comuniones sacramentales. Que reflexionen, iluminados por las saludables enseñanzas que dimanan de los Libros Sagrados y de la doctrina de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia en el valor sobreabundante, infinito, de esta Sangre verdaderamente preciosísima, cuius una stilla salvum facere totum mundum quit ab omni scelere (de la cual una sola gota puede salvar al mundo de todo pecado”.

Oh, Jesús que tu Preciosa Sangre como un círculo de protección infinita sea colocado en este instante alrededor del pueblo colombiano y del mundo entero.

“La sangre de Jesús es toda nuestra esperanza y todo nuestro bien. Nunca se aleje nuestro corazón de aquella fuente perenne que brota de las llagas del Costado de Jesús Crucificado”. Santa María de Mattias.

“Oh Jesús, recuerda Tu amarga Pasión y no permitas que se pierdan almas redimidas con tan Preciosa, Santísima Sangre Tuya. Oh Jesús, cuando considero el alto precio de Tu Sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola gota habría bastado para salvar a todos los pecadores” (Santa Faustina. Diario, 72).

“Jesús, que Tu Sangre pura y sana circule en mi organismo enfermo, y que Tu Cuerpo puro y sano transforme mi cuerpo enfermo, y que una vida sana y fuerte palpite en mí, si es Tu Santa Voluntad” (Santa Faustina. Diario, 1089).

Oración a la Sangre de Jesús de San Gaspar del Búfalo:

Oh, preciosa sangre de mi Señor, que yo te ame y te alabe para siempre.

¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga! Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.

Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas, fuente de misericordia, deja que mi lengua,

impregnada por tu sangre en la celebración diaria de la misa, te bendiga ahora y siempre.

Oh, Señor, ¿quién no te amará? ¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?

Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz, la sangre divina en particular, derramada hasta la última gota,

¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!

Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme, yo daré también mi vida, si será necesario,

para poder llegar a la bendita posesión del cielo.

Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,

de tu costado abierto, arca de la salvación, horno de la caridad,

salió sangre y agua, signo de los sacramentos y de la ternura de tu amor,

¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,

que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!

Amén.

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