NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, SÉPTIMO DÍA.
OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS:
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación por los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA:
¡Oh Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia! que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de Tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en Tu misericordia maternal y agradecidos por las bondades de Tu amantísimo Corazón, venimos a Tus plantas para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente Tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, para Tu honra y provecho de nuestras almas. Así sea.
(Pedir la gracia que se desea obtener).
DÍA SÉPTIMO (María, alivio de las almas del purgatorio):
¡Oh Santísima Virgen María, Reina de todo lo creado!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del Purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de Tu maternal Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y familiares, también las almas más abandonadas y necesitadas; alíviales sus penas y llévalas pronto a la Región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente Tus misericordias.
ORACIÓN FINAL:
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con Su vida, Muerte y Resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria.