NOVENA DE LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA, SÉPTIMO DÍA.

ORACIÓN INICIAL:  

Dios te Salve, Reina Y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve; a ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues Señora, abogada nuestra. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡oh piadosa! ¡oh, dulce siempre Virgen María!  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.  Amén        

Señor Jesús, concedenos obtener por los méritos del nacimiento de María, Tu Santísima Madre, las gracias que te pedimos en esta novena:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

SÉPTIMO DÍA: José es señalado por esposo de la Virgen María.

El Sumo Sacerdote ha convocado en el Templo un grupo de jóvenes de la estirpe de David para escoger al esposo de María, pero esta selección tiene que ser Divina. Por eso cada joven se presenta con un ramo seco que es puesto sobre una mesa. Cada ramo tiene el nombre de la persona a la cual pertenece.

Después de la escogencia Divina, el Sumo Sacerdote se dirige al grupo de jóvenes y dice: “Oídme vosotros de la estirpe de David, que os habéis reunido por orden mía. El Señor ha hablado ¡Sea bendito! Un rayo de Su gloria ha descendido y como Sol de primavera ha dado vida a un ramo seco, y este ha florecido milagrosamente, mientras que ningún otro ramo ha florecido hoy”.

Este debe ser un hombre muy justo para que el Señor lo haya elegido para cuidar a la Virgen que tanto ama. El nombre del esposo es José de Jacob, betlehemita de la tribu de David, carpintero de Nazaret.         

PALABRAS DE JESUS: “La Sabiduría del Justo que sube con la unión y cercanía de la Llena de Gracia, lo prepara para que penetre en los secretos mas profundos de Dios y pueda defenderlos y protegerlos de las acechanzas humanas y del demonio. Y entre tanto lo renueva. De justo lo hace Santo, de Santo lo hace el custodio de la Esposa y del Hijo de Dios.

Allí está la Nueva Eva, delante de él, que no es hueso de sus huesos, ni carne de su carne, sino compañera de su vida, Arca Viva de Dios que recibe en tutela y que tendrá que devolver a Dios pura como la recibió”.  

ORACIÓN FINAL:

Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.

Porque ha mirado la humillación de su esclava, desde ahora me llamarán Bienaventurada todas las generaciones. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; Su Nombre es Santo. Y Su misericordia llega a los que le temen, de generación en generación.

El hace proezas con Su brazo: Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel Su Siervo, acordándose de Su misericordia. Como lo había prometido a nuestro Padre Abraham y a toda su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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