DICIEMBRE 26: SAN ESTEBAN.

«Para ti las piedras se convirtieron en peldaños y escaleras para subir al cielo y te uniste jubiloso a la reunión festiva de los ángeles».

El 25 de diciembre, día de la Natividad de Nuestro Señor, comienza la Octava de Navidad que termina el 1 de enero en la Solemnidad de María, Madre de Dios.

Durante estos ocho días de Navidad, los Sacerdotes visten de blanco durante la Santa Misa a excepción de estos días: el 26 de diciembre (Fiesta de San Esteban) y el 28 de diciembre (Fiesta de los Santos Inocentes). En estos dos días se usan vestiduras de color rojo, color que simboliza el martirio.

San Esteban fue uno de los primeros siete diáconos de la Iglesia y el primer mártir. Lo apedrearon por predicar a Jesús. Uno de los testigos de su muerte fue Saulo, que más adelante se convertiría y tomaría el nombre de San Pablo.

El papa Francisco nos dice:

“En el ambiente de alegría de la Navidad, este recuerdo del primer cristiano asesinado a causa de la fe puede parecer fuera de lugar. Sin embargo, precisamente desde la perspectiva de la fe, la celebración de hoy está en sintonía con el verdadero significado de la Navidad. En el martirio de Esteban, de hecho, la violencia es vencida por el amor, la muerte por la vida: él, en la hora del testimonio supremo, contempla los cielos abiertos y da a los perseguidores su perdón“.

“Este joven servidor del Evangelio, lleno del Espíritu Santo, supo narrar a Jesús con palabras, y sobre todo con su vida. Mirándolo, vemos que se cumple la promesa de Jesús a sus discípulos: Cuando os maltraten por mi causa, el espíritu de vuestro Padre os dará la fuerza y las palabras para dar testimonio”.

“El “per-dón” es en realidad, como la propia palabra lo indica, un don más grande, un don que damos a los demás porque somos de Jesús, somos perdonados por Él. Yo perdono porque he sido perdonado, no lo olvidemos”. “Pidamos a Jesús recién nacido la novedad de un corazón capaz de perdonar: todos nosotros tenemos necesidad de un corazón que perdone. Pidamos al Señor esta gracia: Señor, que yo aprenda a perdonar. Pidamos la fuerza para rezar por quienes nos han hecho daño, rezar por las personas que nos han herido, y para dar pasos de apertura y reconciliación. Que el Señor nos dé hoy esta gracia. Y que María, Reina de los mártires, nos ayude a crecer en la caridad, en el amor a la Palabra y en el perdón”.

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