SAN JOSÉ Y EL PASTOR DE COTIGNAC.
El 7 de junio de 1660, en Cotignac, Francia, un pastor llamado Gaspar Ricard d´Estienne, de 22 años, se encontraba en el monte Bessillon pastando sus ovejas. Era mediodía y hacía mucho calor, Gaspar tenía tanta sed que estaba muy agotado y sin fuerzas.
Un hombre de aspecto majestuoso se le apareció y le dijo señalando una gran roca: «Yo soy José, levanta esa roca y beberás”.
Gaspar dudó porque pensó que la roca era muy pesada pero, confiando en las palabras de San José, intentó moverla y se sorprendió porque pudo levantarla fácilmente al primer intento.
Debajo de la roca había un manantial de agua fresca con el que pudo saciar su sed y, al terminar de tomar agua, no vio más a su acompañante.
Gaspar fue alegre a contarle a todos en el pueblo lo acontecido.
Varias personas quisieron ir con él a conocer el lugar del milagro y se asombraron al ver la roca, porque se necesitaban al menos ocho hombres para moverla.
Gaspar les dijo a todos: «El que se me apareció era San José, él me dio fuerza para levantar la roca». Todos se arrodillaron maravillados dando gracias a San José.
En el lugar donde está el manantial se construyó el Santuario de San José de Bessillon que recibe numerosos peregrinos de todo el mundo y, cada año, se reportan casos de curaciones milagrosas, gracias al agua del manantial.
El rey de Francia Luis XIV decretó que, a partir de ese momento, la fiesta de San José sería día festivo en todo Francia y al año siguiente, el 19 de marzo de 1661, consagró Francia a San José.
Esta es la única aparición de San José reconocida por la Iglesia en la que él se encuentra solo. En otras, como en Fátima, apareció junto a la Virgen María, con el Niño Jesús en sus brazos; y en Knock, apareció con la Santísima Virgen María y San Juan Evangelista.