LA MUJER DEVOTA Y LA INDULGENCIA DE LA PORCIÚNCULA.

Una pequeña capilla dentro de una iglesia llamada Nuestra Señora de los ángeles en Asís es la capilla más visitada cada 2 de agosto: La Porciúncula, donde San Francisco alcanzó de Nuestro Señor Jesucristo una indulgencia especial.

El libro Año Virgíneo relata el testimonio de un grupo de peregrinos que en Italia viajaban a Asís a buscar la indulgencia de San Francisco el día dos de agosto. En el camino entraron a visitar un convento religioso y el sacristán los convenció de que no tenían que ir a La Porciúncula porque en ese convento tenían todas las gracias que buscaban.

Una mujer devota siguió sola el camino, pero a al poco tiempo lo perdió y se llenó de temor, pero un venerable anciano se le apareció y le dijo que no temiera porque iba por buen camino; también le dijo que tuviera confianza, que pronto tendría la compañía de sus compañeros arrepentidos de su inconstancia. La mujer, al volver los ojos, vio la tropa se sus compañeros que arrepentidos la seguían.

El Venerable anciano le confirmó la verdad de la indulgencia asegurando que, cuando la confirmo el Papa Honorio, él había sido testigo de que Nuestro Señor Jesucristo la había concedido.

Cuando llegaron a La Porciúncula, la mujer enfermó gravemente y los compañeros regresaron sin ella. La mujer murió y la Santísima Virgen le mando que se le apareciera a sus compañeros y que les dijera que ella gozaba de las alegrías del cielo gracias a la indulgencia obtenida en Asís.

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