OCTUBRE 5: BEATO BARTOLO LONGO.

Bartolo Longo nació en Latiano, Italia, el 10 de febrero de 1841. Estudió para ser abogado en la Universidad de Nápoles. Mientras era un estudiante conoció el satanismo y fue ordenado como sacerdote satánico. Después de un tiempo, comenzó a tener problemas emocionales, depresión, alucinaciones, ansiedad. Gracias a su amigo Vicente Pepe y al fraile dominico Alberto Radente, se convirtió, abandonó la secta y dedicó su vida a propagar el Santo Rosario.

La ciudad de Pompeya (que había sido destruida por el Vesubio) se encontraba desolada y sus ciudadanos no tenían fe, Bartolo se propuso restaurar la Iglesia de la ciudad que se encontraba en ruinas, ahí puso una imagen que el Padre Alberto Radente había conseguido en una chatarrería y que estaba en manos de la Hermana Concetta en un convento de la Tercera Orden de Santo Domingo en Nápoles. La imagen mostraba a Nuestra Señora del Rosario con el Niño Jesús en sus piernas y a los lados se encuentran Santo Domingo y Santa Catalina de Siena. El Niño Jesús le está entregando un Rosario a Santo Domingo y La Santísima Virgen María entrega un Rosario a Santa Catalina de Siena.

A pesar del mal estado en el que se encontraba la imagen, la Hermana Concetta animó a Bartolo a llevarla a la Iglesia. Más adelante fue restaurada y son muchos los milagros obtenidos ante la imagen de Nuestra Señora del Rosario.

Actualmente la Iglesia está transformada en el Santuario de Nuestra Señora del Santísimo Rosario de Pompeya que recibe numerosos peregrinos cada año siendo uno de los Santuarios Marianos más visitados de Italia. Cada 8 de mayo se celebra la fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.

El Papa Juan Pablo II beatificó a Bartolo Longo el 26 de octubre de 1980.

Bartolo Longo compuso una oración a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya que se recita solemnemente dos veces al año: el 8 de mayo a las 12 m y el primer domingo de octubre: Súplica a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.

Pronuncia con frecuencia y gran confianza los nombres de Jesús, María y José. Sus nombres traen paz, amor, salud, bendiciones, majestad, gloria, admiración, alegría, felicidad y veneración. Sus santos nombres son una bendición para los ángeles y los hombres, y provocan terror a los demonios. Los cristianos siempre deben tener los nombres de Jesús, María y José en el corazón y los labios.

Beato Bartolo Longo.

Leave A Comment