SAN JOSÉ Y LOS SACERDOTES DE DACHAU.
El domingo 29 de abril de 1945, los sacerdotes prisioneros del campo de concentración de Dachau iban a ser asesinados, pero sobrevivieron gracias a la intercesión de San José.
Por orden del SS Reichsführer Heinrich Himmler, el primer campo de concentración se estableció en Dachau, cerca de Munich, en 1933 y se convirtió en un campo de trabajos forzados para más de 30000 prisioneros, 3000 de los cuales eran clérigos. El grupo más numeroso estaba formado por 1773 sacerdotes de origen polaco. Los sacerdotes que estaban discapacitados eran enviados a cámaras de gas y luego a hornos crematorios.
La vida cotidiana del campo se caracterizaba por el hambre, el trabajo excesivo, enfermedades como la fiebre tifoidea, maltrato y por la muerte de muchos prisioneros cada día. Después de seis horas de sueño y pasar lista por la mañana, los prisioneros tenían que permanecer de pie todo el día en la plaza del campo o cargar calderos que pesaban 100 kilogramos con comida. Incluso a los convalecientes dados de alta del hospital no se les permitía permanecer en el bloque para descansar.
Los prisioneros eran golpeados y humillados. Los obligaban a caer en el lodo, lo que llamaban «hacer deporte». Los nazis los golpeaban en la cabeza con palos y pisoteaban con sus botas claveteadas a quienes no sumergían lo suficiente la cara en el barro. Los sacerdotes fueron utilizados para experimentos médicos llevados a cabo por el Dr. Claus Schilling, por ejemplo, fueron infectados con malaria para probar nuevos tratamientos para soldados alemanes y fueron expuestos a bajas temperaturas y baja presión de aire para ver hasta qué altura podían volar los pilotos.
En medio de la difícil situación, los sacerdotes polacos decidieron acudir a San José, quien protegió al Niño Jesús de Herodes, salvándolo de la muerte y los cuidó a Él y a Su Santísima Madre durante el viaje a Egipto.
El 8 de diciembre de 1940, un grupo de sacerdotes se consagraron por primera vez su vida a San José, y la devoción a San José se extendió en todo el campo.
En abril de 1945, cuando se acercaba el final de la guerra, los hombres de la SS sacaron del campo a varios prisioneros y los asesinaron. Temiendo que se acercaba el exterminio de todos los prisioneros, los sacerdotes volvieron a realizar el acto de consagración a San José. Esta vez, todos se prepararon espiritualmente para este evento y celebraron una novena a San José para salvar su patria, su familia y a ellos mismos. Durante nueve días, los prisioneros se reunieron pidiendo a San José el milagro de la liberación y el último día de la novena, el 22 de abril de 1945, se hicieron dos Santas Misas y aproximadamente 800 sacerdotes y laicos recitaron el acto de consagración a San José. Los sacerdotes, además de encomendarse al cuidado de San José, se comprometieron a difundir su devoción y a rendirle homenaje en una peregrinación al Santuario de San José en Kalisz (Polonia) después de su liberación.
Los sacerdotes no sabían en ese momento que por orden secreta, Heinrich Himmler, había planeado la aniquilación del campo el 29 de abril y había dado la orden de acabar con la vida de todos los prisioneros del campo. Pero milagrosamente, cuatro horas antes de que se ejecutara la orden, el campamento custodiado por hombres armados fue tomado por un pequeño grupo de soldados aliados. Estos soldados pertenecían al ejército del general Patton que se dirigía a Munich, y tenían planeado ingresar al campo el 30 de abril, pero el general los envió un día antes a explorar el campo.
«Los oficiales de las SS se rindieron rápidamente cuando vieron a los soldados estadounidenses porque pensaron que era una fuerza mayor del ejército aliado» dijo el Padre Plota.
Así, el ejército estadounidense, aunque eran inferiores en número, derrotaron a las fuerzas de la división SS y liberaron el campo.
Inmediatamente después de la liberación, el comandante estadounidense convocó a todos a decir el «Padre Nuestro» y en acción de gracias cantaron el himno «Te Deum» en la capilla.
El día de la liberación había 856 sacerdotes en el campo, quienes agradecidos con San José por escuchar sus oraciones y salvar sus vidas cumplieron sus promesas y en 1948 llegaron al Santuario de San José de Kalisz en una peregrinación de acción de gracias. Cada año renovaron su compromiso, en 1995, los 37 sacerdotes restantes que habían sobrevivido a Dachau estuvieron presentes en la peregrinación. El último sacerdote murió en 2013, a la edad de 100 años.
En 1978, el Papa Pablo VI elevó la iglesia al rango de basílica menor. Unos años más tarde, el 4 de junio de 1997, la visita del Papa San Juan Pablo II trajo al lugar unos 200.000 fieles que acudieron a honrar a San José. Después de orar largamente a los pies de la estatua de San José, depositar flores y besar el altar, el santo Papa polaco recordó en su homilía que el santuario era “un lugar especial en la historia de la Iglesia y de la nación”. Luego confió a San José a todas las familias y la defensa de la vida en Polonia y en el resto del mundo.
Hoy en día, alrededor de 500.000 peregrinos visitan el santuario cada año. También es en Kalisz donde, en 2021, los obispos polacos confiaron toda su nación a San José, en el marco del Año de San José proclamado por el Papa Francisco, recordando una vez más a todos los fieles: “Ite ad Joseph: Vayan a José”.
Todas las imágenes son tomadas de la página del Santuario de San José de Kalisz.
«San José, además de los títulos de Esposo de la Santísima Virgen María, Guardián de la Sagrada Familia de Nazaret, Guardián de la Iglesia de Cristo, Artesano y Trabajador, tiene en Polonia otro título que debe ser especialmente honrado: el salvador de los sacerdotes polacos de uno de los lugares de ejecución más terribles: el campo de concentración alemán de Dachau». Padre Jaroslaw Wasowicz.