VISIÓN DE SANTA BRÍGIDA SOBRE LOS DOLORES Y GLORIAS DE LA VIRGEN MARÍA EL DÍA DE LA PURIFICACIÓN.
Hallándose Santa Brígida en Roma en la Iglesia Santa María la Mayor el día de la Purificación de la Santísima Virgen, fue arrebatada a una visión espiritual, y vio en el cielo que todo se preparaba para una festividad grande y un templo de extraordinaria hermosura, donde estaba aquel venerable y Santo anciano Simeón, preparado a recibir en sus brazos con sumo anhelo y gozo al Niño Jesús.
Veía también la Santa a la Bienaventurada Virgen que llevaba con mucho recato, y traía a su Hijo Jesús, para ofrecerlo en el templo según la ley del Señor, y a una innumerable muchedumbre de ángeles y diferentes órdenes de Santos de Dios, de Santas y Vírgenes que iban delante de la Santísima Virgen Madre de Dios y la acompañaban con gran devoción y alegría, y delante iba un ángel que llevaba una espada larga, muy ancha y llena de sangre, la cual significaba los agudísimos dolores que padeció la Virgen María en la muerte de su amadísimo Hijo, representados en la espada que el Santo Simeón profetizó que había de traspasar su alma, por lo que alegrándose toda la corte celestial, le fue dicho a la Santa: «Mira cuán grande honra y gloria se da en esta festividad a la Reina del Cielo, por la espada de los dolores que sufrió en la Pasión de su amado Hijo».
Entonces desapareció la visión.