NOVENA DE LA ENCARNACIÓN: DÍA TERCERO.

En el día tercero le fue manifestado a la Santísima Virgen María las obras del tercer día de la creación del mundo: Conoció cuándo y cómo las aguas, que estaban debajo de los cielos se juntaron en su lugar, despejando a la árida, a la que el Señor llamó tierra. Y a las aguas congregadas en un lugar, llamó mares.

Conoció cómo de la tierra germinaron las hierbas frescas que tenían semilla y todo género de plantas y de árboles fructíferos, también conoció sus semillas. Conoció y penetro la grandeza del mar, su profundidad y divisiones, la correspondencia de los ríos y fuentes que de él se originan y a él corren.

Conoció las especies de plantas y hierbas, flores, árboles, raíces, frutos y semillas, y que todas y cada una están para el servicio del hombre.   

Tenía superioridad sobre las virtudes, calidades y operaciones de las piedras, yerbas y plantas; y lo que prometió Cristo Señor Nuestro a sus apóstoles y primeros discípulos que no le dañarían los venenos, aunque los bebiesen.

Todos estos privilegios y favores siempre los tuvo oculto la Prudentísima Reina y Señora y no usaba de ellos para sí misma, sino para el servicio de los demás.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:

¡Te saludo, Santísima Virgen, Madre de Dios, Trono de Gracia, milagro del Poder Omnipotente!
¡Te saludo, Santuario de la Santísima Trinidad y Reina del Universo, Madre de Misericordia y Refugio de los pecadores!
Madre amadísima, atraído por Tu belleza y dulzura, y por Tu tierna compasión, me dirijo confiadamente a Ti, y te suplico que me obtengas de Tu amado Hijo el favor que pido en esta novena:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Obtén también para mí, Reina del cielo, la más viva contrición por mis pecados y la gracia de imitar estrechamente las virtudes que tan fielmente practicaste, especialmente la humildad, la pureza y la obediencia.
Sobre todo, te ruego que seas mi Madre y Protectora, que me recibas en el número de Tus devotos hijos y me guíes desde Tu alto trono de gloria.
¡No rechaces mis peticiones, Madre de Misericordia! Ten piedad de mí y no me abandones en vida ni en el momento de mi muerte.
Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

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