NOVENA A SAN JOSÉ, TERCER DÍA.

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN INICIAL:

Oh Gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María, Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra a la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos a la santa familia de Tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna.

Alcánzanos especialmente estas tres gracias: la de no cometer pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y a María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los Santos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos en esta novena:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

DÍA TERCERO:

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a Tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el Dulce Nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto Tu Santísimo Nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que Tú eres nuestro Señor y Salvador.

ORACIÓN FINAL:

Oh Custodio y Padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al Bienaventurado José por Esposo de Tu Madre Santísima; concédenos que, así como le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

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